Uno de los problemas más frecuentes en diálisis es saber cuál es el peso seco de una persona. Como comentamos en entradas anteriores, este concepto se refiere al peso de una persona con insuficiencia renal crónica sin exceso de líquidos. Su cálculo, muchas veces es dificil, ya que si nos pasamos eliminando agua durante una sesión de diálisis, aparecerán mareos, calambres, nauseas, hipotensión. Por el contario, si no extraemos el exceso de volumen de forma adecuada, se acumulará en los tejidos, produciendo edemas ( hinchazón en tobillos), y lo que es más grave, acumulación en los pulmones, produciendo dificultad para respirar.
¿ Cómo calcular el peso sin exceso de líquido de una persona?
Para el cálculo del peso seco, de forma tradicional se ha hecho " a ojo". Se iba bajando progresivamente peso, y cuando se producían hipotensiones, calambres o mareos, se establecía que ya se había llegado al peso seco. Este método, tan poco científico, tenía muchos inconvenientes, entre ellos: originaba hipotensiones a los enfermos, con el consiguiente malestar, y podía suceder que si se quitase mucho liquido de golpe, se produjese mareo, pero no se hubiese llegado aun al peso seco. Al contrario, si no se estaba atento, podría suceder que enfermos con tensión arterial controlada, sin muchos edemas, se interpretase que el peso seco estuviese bien ajustado, aunque en realidad, hubiese exceso de liquido no detectado.
Desde hace unos años se dispone de una herramienta más precisa para detectar el estado de hidratación de una persona, se trata de la bioimpedancia. Veremos a continuación cómo funciona
La bioimpedancia
Se trata de un aparato que mediante una corriente eléctrica de muy bajo voltaje, detecta la capacidad del cuerpo para conducir dicha corriente y la resistencia que oponen los tejidos a la misma. De esta forma, nos da unos valores y en función de ellos se puede calcular el volumen del líquido de una persona (al interpretar que el liquido conduce muy bien la corriente eléctrica). Para ello, se tumba a la persona y se colocan dos electrodos en el dorso de la mano y el pie ( tarda muy poco). Es un procedimiento que no duele nada y es muy rápido de realizar.
De esta forma se sabe la cantidad de líquido que tiene una persona y su estado de hidratación, es decir si se le sobra o le falta, con lo que es más fácil el ajuste del peso seco. De todos modos, hay que tener en cuenta, que no deja de ser un método de cálculo indirecto, y que como toda máquina, tiene un margen de error, por lo que no debemos cogerlo como valor absoluto, sino como tendencia. Pongamos un ejemplo, una persona tiene un peso seco de 70 Kg. Según la bioimpedancia tendría que pesar 72 Kg al final de diálisis. Si no tiene calambres, mareos, ni tensión baja, ¿ significará eso que debemos subir 2 Kg de golpe?. Probablemente no, nos indicará que la tendencia es a ir aumentando poco a poco su peso seco e ir viendo como se va comportando su tensión arterial, si tiene o no edemas.... Es decir, fijarse más en tendencias que en números absolutos
¿Se puede hacer bioimpedancia a todas las personas?
Al tratarse de una prueba tan rápida, sencilla y útil se podría pensar que podría generalizarse su uso. Eso es así en muchas unidades de diálisis, donde orienta mucho para ajustar el peso seco, salvo en un grupo de enfermos, en los que esta contraindicado su uso. Son:
- personas con amputación de algún miembro ( aunque hay aparatos más modernos que permiten hacerlo)
-portadores de prótesis metálicas ( por interferencia del metal), por ejemplo, prótesis de cadera, rodilla, placas por fracturas...
- portadores de marcapasos, DAIs u otros procedimientos eléctricos en el corazón. Aunque el voltaje es muy pequeño, por prudencia, no se recomienda realizar en este grupo de pacientes.
En estos casos, deberá seguir valorando el peso seco " a ojo", en función de la tensión arterial, y la clinica del paciente.
No obstante, hay que señalar que, aun
en los casos en que se puede realizar bioimpedancia, los datos obtenidos nunca deben sustituir a una adecuada exploración fisica, valoración de la tensión arterial y a escuchar lo que nos cuentan los enfermos de diálisis sobre cómo han estado. Son datos complementarios, pero nunca el valor de una máquina debe sustituir a la sensación de la persona que acude a diálisis.