viernes, 22 de agosto de 2014

Viajes y diálisis (II)



En una entrada previa de hace algún tiempo ya hemos hablado de las recomendaciones que deben tomar todas las personas que se dialicen y que al marcharse de vacaciones deban acudir a otro centro de diálisis. Hoy, sin embargo, hablaremos de la realidad que se encuentran algunas personas al acudir a otro lugar de diálisis diferente al suyo, los conflictos que pueden surgir y qué podemos hacer para evitarlos.



Conflictos en una nueva unidad de diálisis

La realidad que me comentan algunas personas al irse de vacaciones a otro centro diferente al suyo, es que casi siempre les resulta mucho más cómodo dializarse en su lugar de referencia y, salvo contadas ocasiones, refieren indiferencia del lugar donde han estado. En muchas ocasiones, me comentan que allí tienen alguna otra norma o forma  de actuar diferente a la que están acostumbrados y eso les extraña bastante. Igualmente los protocolos de actuación suelen ser diferentes de unos sitios a otros y ahí es donde radica una fuente importante de conflictos. Los sanitarios de un centro tenemos una forma de actuar determinada y el que venga una persona diciéndonos: a mi en el hospital X me cubrían el catéter de forma diferente, nos molesta de forma inconsciente y a veces se acaba despreciando al transeúnte (palabra que, por cierto, no me gusta por las connotaciones peyorativas que trae, pero se usa en las unidades de diálisis para referirse a la persona que está de vacaciones). Por otro lado, la persona que se dializa, frecuentemente viene con una idea preconcebida de cómo debe ser el procedimiento, y cualquier cambio sobre lo que tenía pensado, lo acepta mal, con pensamientos del tipo: aquí no tienen ni idea, en mi hospital sí que lo hacían bien  lo cual si lo verbaliza puede molestar extraordinariamente a la persona que lo está atendiendo (como es lógico)



Un poco de tolerancia, por favor

Para evitar llegar a esta situación, nada mejor que aplicar el respeto y la tolerancia por las dos partes.
Por un lado, la persona que acude a un centro de diálisis diferente al suyo debe pensar que allí las normas de actuación pueden ser diferentes a su lugar de origen, ni mejor ni peor, simplemente distintas y que debe tratar de ser tolerante con ello. Si además entramos en la sala de diálisis, el primer día, con una sonrisa seguro que todo irá mucho mejor.
Por parte del personal sanitario,  debemos tratar a la persona que acude de vacaciones, igual que al resto, no como un transeúnte que vamos a ver sólo unos días. Debemos pensar que nadie mejor que él o ella conoce su enfermedad y leernos muy detenidamente los informes que trae. Si nos comenta alguna recomendación, sobre por ejemplo, donde le pinchan la fístula, hacerle caso, y no querer imponer nuestro criterio a las buenas. Me consta que en muchas unidades de diálisis, ésta es la actitud que se adopta, pero debería ser algo generalizado a todas ellas.

Hagamos entre todos un ambiente más cordial donde las personas que acuden a dializarse fuera de su centro, puedan realmente disfrutar de sus vacaciones y no estar pendientes de cómo me recibirán en tal o cual centro de diálisis. Bastante tienen ya con su enfermedad renal.   

domingo, 17 de agosto de 2014

Pérdida de proteínas en la orina (II): consecuencias de su presencia y medidas y tratamientos para controlarla



En una entrada anterior hemos hablado sobre las causas que pueden provocar la aparición de proteínas en orina (proteinuria). A continuación, comentaremos brevemente las consecuencias que pueden derivarse de dicha situación y qué medidas y/o tratamientos se pueden emplear para tratar de controlar esta circunstancia.


Consecuencias de la proteinuria

Una pérdida de proteínas en orina elevada y mantenida en el tiempo puede acabar dañando de forma importante el funcionamiento de los riñones, hasta desembocar en una insuficiencia renal importante. Por ello, decimos que la proteinuria es al mismo tiempo consecuencia (como vimos en la entrada anterior, su presencia traduce la existencia de daño en el riñón) y causa del daño renal.
Otra consecuencia que se observa en algunas situaciones de proteinuria muy importante, como en las glomerulonefritis, es la disminución de los niveles de proteínas en sangre y  consecuentemente la aparición de importantes edemas (hinchazón) sobre todo en piernas, aunque también pueden aparecer en otras partes del cuerpo, como vimos en la entrada dedicada a los edema. Por todo ello, y por el riesgo de desarrollar insuficiencia renal crónica, como hemos comentado en el párrafo anterior, es muy importante tratar de disminuir al mínimo la proteinuria, siendo en general un objetivo razonable un valor inferior a 0,5 gr al día. A continuación veremos las armas que disponemos para lograrlo




¿Qué se puede hacer para controlar la proteinuria?

Para tratar de frenar las pérdidas elevadas de proteínas por el riñón disponemos de:
-   dieta. En general una dieta baja en proteínas presenta evidencias de ayudar tanto a controlar los valores de proteinuria como a evitar la progresión de la insuficiencia renal. El único riesgo es provocar una desnutrición severa si somos excesivamente estrictos con la reducción de la ingesta proteica especialmente en personas de edad avanzada, por lo que tendremos que individualizar a quién le recomendamos esta dieta y con cuánta restricción (no será igual una persona joven con una proteinuria muy elevada que alguien mayor con valores discretamente elevados).



-   medicación que actúa sobre la presión de filtración en el glomérulo. En este sentido emplearemos fármacos que también ayudan a bajar la tensión arterial como son IECAs (Enalapril, Captopril, Lisinopril...) y ARA2 ( Valsartan, Olmesartan, Telmisartan...). Ambos grupos de medicamentos solos o en combinación han demostrado ser útiles en disminuir la proteinuria y, por tanto, disminuir la evolución de la enfermedad renal crónica. El peligro que pueden tener es la elevación de los niveles de potasio, especialmente en personas con insuficiencia renal crónica avanzada, por lo que habrá que estar muy atentos en estos casos.

-   diuréticos, como la Espironolactona y la Eplerenona. Son medicamentos que en los últimos tiempos se están asociando a los anteriores ya que pueden disminuir la cantidad de proteinuria. El peligro, de nuevo vendría por la subida de potasio, por lo que habrá que tener muchísimo cuidado si se asocia con alguno de los medicamentos anteriores.
-   tratamiento de la enfermedad causante de la proteinuria. En los casos en que sea posible habrá que tratar la enfermedad originaria. Por ejemplo, en el caso de una glomerulonefritis  si existe terapia específica con inmunosupresores o corticoides, o en el caso de la diabetes si bien no tiene lamentablemente cura, si podremos ayudar a normalizar los niveles de azúcar en sangre y, consecuentemente la proteinuria puede controlarse.
-   por ultimo, son también útiles medidas de tipo general como, la supresión del tabaco, realizar ejercicio físico moderado de forma regular y llevar una dieta equilibrada y variada, sin demasiadas grasas. Si de todo ello, además se deriva una reducción de peso, va a ser muy beneficioso para controlar la proteinuria y evitar de esta manera la progresión de la enfermedad renal.





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