En una
entrada anterior ya hablamos sobre las causas que
producen elevación de los niveles de fósforo en personas que presentan
insuficiencia renal crónica avanzada y las consecuencias negativas de dicho incremento en el
organismo. Asimismo, mencionábamos las herramientas que disponemos para normalizar los niveles,
siendo éstas: una dieta adecuada, la toma de medicamentos que interfieren en la
absorción intestinal de fósforo (quelantes) y en los casos en que la insuficiencia renal esté ya muy
avanzada, una diálisis de alta eficiencia, es decir que elimine gran cantidad de fósforo del
organismo. En esta entrada hablaremos de la primera de estas medidas, la dieta.
Fósforo orgánico e inorgánico
En la
dieta de cualquier persona el fósforo va a estar presente de
dos maneras, como fósforo orgánico e
inorgánico. Hablaremos brevemente de ellas, ya que tiene gran importancia a la hora de valorar los efectos negativos de
su ingesta:
- el fósforo orgánico, es
aquel que está unido a proteínas, y es, por así decirlo "natural", ya que sus fuentes son las proteínas de
origen vegetal y animal. Es decir, es el fósforo que se encuentra en la
naturaleza, por ejemplo en un vaso de leche, un salmón a la plancha o un filete de
ternera (eso sí, fresco de la carnicería).
Las
ventajas de este tipo de fósforo son que su absorción por el intestino es en torno
al 40-60 %, por lo que no toda la cantidad
que entra al tubo digestivo pasará luego a la sangre. Además aporta
gran cantidad de proteínas, que son necesarias para el correcto funcionamiento del organismo,
y que en caso de carencia producirán desnutrición.
- distinto es el caso del fósforo
inorgánico. Se encuentra en forma de sales, como por ejemplo ácido fosfórico,
glutamatos (ver el siguiente enlace donde se recogen las principales fuentes
de fósforo inorgánico en los alimentos) y se utiliza como aditivos que
se añade a los alimentos (carne envasada, bollería, comida preparada,
cereales...). Es, por tanto, una fuente no natural de fósforo, y
además la absorción intestinal de este tipo de fósforo es cercana al 100%, con lo
cual será mucho más peligroso ingerir 100 mg de fósforo inorgánico que
de orgánico, ya que en el primer caso la totalidad pasará a la sangre,
mientras que en el segundo caso tan sólo entrarán 40-60
mg al organismo, además de una gran cantidad de proteínas beneficiosas para nuestro
cuerpo.
El índice fósforo/proteínas
Es frecuente que se proporcionen a las personas que acuden a
dializase dietas muy restrictivas para intentar normalizar los niveles de fósforo, dado los efectos negativos que tiene
su elevación mantenida. Sin embargo, muchas
veces lo que sucede es que se restringen también las proteínas y la persona acaba teniendo desequilibrios nutricionales que desencadenan una malnutrición
proteica.
Por ello, se ha popularizado en
los últimos tiempos, el índice fósforo/ proteínas, que no es más que dividir la cantidad de fósforo que lleva un alimento (mg) por las
proteínas que aporta (gr). Lógicamente, interesan valores lo más bajo
posible, considerándose aceptables valores inferiores a 14-16.
El pasado año 2013 se publicó en la revista Nefrologia una magnífica revisión del Hospital La Princesa
(Madrid), donde se analizaban gran cantidad de alimentos de uso cotidiano con
su contenido de fósforo, sodio, potasio y el índice fósforo/ proteínas. Hay que señalar que no se analizaron los aditivos añadidos a los productos envasados o
preparados, por lo que en estos casos habría que añadir el fósforo inorgánico que aportan dichos alimentos. A pesar de esta limitación el artículo y las tablas que contiene pueden ser muy útiles para las personas que padezcan insuficiencia renal crónica,
a la hora de elegir que alimentos comer. Se puede
consultar en el siguiente enlace
El problema de los aditivos
Más problemático resulta el aporte de fósforo inorgánico de muchas comidas preparadas y envasadas. El Dr. Jaime Uribarri,
del Hospital Monte Sinaí de Nueva York (una de las máximos
expertos a nivel mundial en el
tema del fósforo) ya ha alertado en varios artículos sobre el peligro que
constituyen esos alimentos, ya que se desconoce la cantidad de fósforo que aportan al no estar obligados los
fabricantes a especificar la cantidad de aditivo que contienen. Además, según hemos visto anteriormente su absorción intestinal es cercana al 100%, con lo cual, todo el aditivo que
comamos va a pasar directamente a nuestro organismo, aportando, asimismo, muy
pocas proteínas.
Como ejemplo de lo que hemos
comentado previamente, el año pasado se publicó en la revista Nefrología un estudio realizado en Aragón donde se comparaba el índice fósforo/proteínas de varios productos frescos
frente a otros procesados y envasados. Llama la atención que en el caso de carnes frescas el índice era de 8,41 frente a 15,83 en el caso
de envasadas. En el caso del pescado fresco blanco el valor era de 8,58 frente
al rebozado que era de 12,54. La elevación en todos los casos se producía al añadir aditivos que elevaban los
niveles de fósforo. El artículo completo, con tablas muy interesantes de
productos reales de supermercado, se puede consultar en el siguiente enlace.
Llama la atención, la falta de regulación en este sentido. ¿Por qué no se obliga a las compañías productoras a especificar la cantidad de fósforo que contiene un producto? Creo que es útil saber la cantidad de grasas, calorías, y azúcares que contiene un alimento para las personas que están realizando una dieta, pero, ¿alguien ha pensado en los enfermos renales y
la dificultades que presentan para llevar una dieta razonable? ¿Por qué no les hacemos la vida más fácil y se incluye el contenido de fósforo exacto que contiene un producto? Son
preguntas sin respuesta.
Consejos finales
Como consejos para una persona
que padezca una insuficiencia renal crónica:
-
evitar alimentos con muy alto contenido de fósforo. La cantidad ingerida al día no debe exceder los 1200 mg. Puede ser útil consultar tablas.
- Evitar productos de alto índice fósforo-proteínas.
- No consumir precocinados,
envasados, enlatados, que llevan aditivos de fósforo inorgánico. Siempre que se pueda
comprar carne, pescado y hortalizas frescas.
- Evitar bebidas de cola, que
contienen glutamato en proporción
desconocida, fuente de fósforo inorgánico.
- Mirar los etiquetados de los
productos y en caso de que contengan alguno de los siguientes aditivos , evitar su consumo dado el alto contenido
fosfórico.
-
Puede ser de utilidad el blog de David Pino, con multitud de recetas
para personas con insuficiencia renal crónica. Recomiendo su visita pinchando en el siguiente enlace. Además, hay una entrada muy interesante con consejos para evitar alimentos con alto contenido en fósforo, que se puede consultar pinchando aquí.
Y, hago desde aquí un llamamiento a Sociedades científicas de Nefrología, así como a asociaciones de pacientes renales
para que lancen campañas en favor de un mejor etiquetado
de los productos alimenticios, donde se especifique claramente la cantidad de fósforo que contienen. Seguro que a muchas
personas con insuficiencia renal se les haría la vida más fácil.