Una de las complicaciones más
frecuentes que pueden presentar las personas que se someten a un trasplante
renal es la presencia de niveles elevados de colesterol y triglicéridos en
sangre. En esta entrada hablaremos un poco sobre las causas que pueden
provocarlo, las consecuencias que pueden derivarse de ello y qué podemos hacer
para normalizar los niveles de lípidos (grasas) en sangre.
Causas que pueden provocar el aumento de colesterol y triglicéridos
Como hemos comentado en
anteriores entradas de este blog, en el trasplante renal es necesario tomar unos
medicamentos llamados inmunosupresores, que se encargan de evitar un rechazo, y
que por tanto, nuestro cuerpo destruya el nuevo riñón, que reconoce como
extraño. Sin embargo, estos fármacos, tienen desgraciadamente muchos efectos
secundarios, y entre ellos uno de los más frecuentes es la subida en los
niveles de colesterol y triglicéridos. Así:
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La prednisona, puede incrementar los lípidos de
manera importante. En las primeras semanas del trasplante las dosis son muy
elevadas y lentamente se van bajando hasta poder suspenderse en algunos casos
-
Tacrolimus y Ciclosporina podrían tener un
ligero efecto en aumentar estos valores:
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Pero, sin ninguna duda son Rapamicina
(Sirolimus) y Everolimus los medicamentos que más potencia tienen en aumentar
los lípidos en sangre, de tal modo, que en algunas ocasiones es preciso
suspender este tratamiento y modificarlo por otro, cuando los valores se
disparan y no se pueden controlar con la medicación habitual.
Otro factor que influye en el
aumento de grasas es la tendencia que se observa en el periodo justo inmediato
al trasplante de ganar peso. En esto, de nuevo influyen muchos factores, como son la medicación (sobre todo la prednisona), el reposo tras la operación, la sensación
de encontrarse con una dieta más libre que en diálisis y el poder comer de
todo… En cualquier caso, la ganancia de peso, entre otros muchos efectos
negativos provoca un aumento proporcional en
los niveles de colesterol y triglicéridos en sangre.
Por último, hay que tener en
cuenta que las personas trasplantadas frecuentemente toman gran cantidad de
medicamentos distintos de los inmunosupresores, entre los que están: fármacos
para disminuir la tensión arterial, para el corazón, diuréticos (para aumentar
el volumen de la orina), que contribuyen a elevar la grasa de nuestro
organismo. Así pues, parece que no hay una única causa, sino la suma de muchas.
Consecuencias posibles de la elevación de niveles de colesterol y
triglicéridos
En las personas trasplantadas una
de las principales causas de muerte son las enfermedades cardiovasculares
(infartos de miocardio, anginas de pecho, infartos cerebrales…). Pues bien, los
valores elevados de colesterol y triglicéridos pueden provocar la aparición de estas enfermedades, junto con otros muchos
factores, entre los que se encuentran:
el tabaco, la tensión arterial elevada, la diabetes, obesidad, sedentarismo.
Por tanto, si controlamos el colesterol estaremos ayudando a reducir el riesgo
de sufrir en un futuro una enfermedad cardiovascular.
Como podemos reducir el colesterol y los triglicéridos
Una vez comentadas las
consecuencias negativas de los valores elevados de colesterol y triglicéridos,
veremos qué podemos hacer para reducirlos:
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Lo primero será comenzar con dieta. Si tenemos
alguna restricción de potasio o de azúcar, deberemos amoldarnos a dichas
recomendaciones, pero como regla general se deberá potenciar el consumo de
frutas y verduras (vigilando si hay restricción de potasio), disminuir el
consumo de grasas en especial saturadas (bollería, productos industriales,
precocinados, dulces..) y reforzar el consumo de fibras. Se debe usar aceite de
oliva para cocinar, en lugar de aceite de girasol o mantequilla.
- En paralelo a la dieta, debe ir el aumento de
actividad física (teniendo en cuenta que en el periodo inmediato al trasplante
no se debe hacer ninguna actividad física) y que a las pocas semanas si la
herida evoluciona bien, se podrá iniciar progresivamente alguna actividad
suave. Es preferible siempre una actividad aeróbica como andar, correr, montar
en bicicleta, nadar, o ejercicios más relajados como yoga o tai-chi. La clave
es la regularidad, no sirve de nada hacerse 30 km en bici si hasta el mes
siguiente no se vuelve a coger la bicicleta, será mucho mejor andar todos los
días una hora.
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Si con las anteriores medidas no se controla el
colesterol y/o los triglicéridos es el momento de añadir medicamentos. Los más
utilizados son las estatinas (Atorvastatina, Simvastatina; Fluvastatina,
Pitavastatina, Rosuvastatina...). Son medicamentos seguros, pero en ocasiones
cuando se emplean a dosis elevadas pueden producir dolores en los músculos (sobre todo
en las piernas), que obligan a suspenderlos. En caso que no se pueda dar ese
tratamiento o haya que asociar otro medicamento a las estatinas, se podría
utilizar Ezetimibe, pero su potencia es un poco más baja.
En cualquier caso, aunque
tengamos un tratamiento con medicamentos para normalizar las grasas, siempre
debemos hacer además dieta y ejercicio físico y no pensar que al tomar una
pastilla ya no tenemos que hacer nada, ya que si no el tratamiento no será
efectivo.