Uno de
los problemas más frecuentes que pueden surgir
en diálisis es la
aparición de infecciones de distinto
tipo. En muchos casos pueden tratarse de situaciones muy graves que pueden
incluso causar la muerte de la persona. Sin embargo, contamos con armas muy
poderosas para luchar contra ellas como son antibióticos potentes administrados solos o en combinación según el tipo de germen que nos
afecte. En esta entrada nos centraremos en las infecciones que pueden aparecer
en hemodiálisis (con especial atención para aquellas que afectan a la fístula o al catéter) dejando para una entrada
posterior las infecciones de diálisis peritoneal.
Infecciones en hemodiálisis
Hay que
tener en cuenta, en primer lugar, que en
los pacientes en hemodiálisis las infecciones pueden ser más graves que en una persona sin insuficiencia renal crónica. Ello es debido a que su sistema defensivo ante los gérmenes es más débil ( por la propia insuficiencia renal) y además están expuestos a más bacterias (fundamentalmente por medio de la fístula o el catéter, ya que, aunque se extremen
las medidas de higiene siempre puede entrar algún
microorganismo (aunque evidentemente la aplicación
de estas medidas evitarán en gran medida las
infecciones). Por otro lado, si la infección llega a la sangre, durante
la sesión de diálisis se estará moviendo por todo el organismo, ya que el propio circuito
estará desplazando sangre con gérmenes incluidos pudiendo producirse una situación bastante peligrosa. Por todo ello ante cualquier infección se debe ser más agresivo que en personas sin
insuficiencia renal crónica, con tratamientos antibióticos más fuertes y prolongados y como
consejo a las personas que acudan a dializarse habitualmente: ante cualquier síntoma
de infección como fiebre,
tos, estornudos, dolor de garganta, dolor de estómago,
nauseas, vómitos, diarrea,
o alteraciones en el catéter o en la fístula....comuníquelo
inmediatamente a algún miembro del personal sanitario que le atiende habitualmente
para poder atajar cuanto antes la infección.
Infecciones de catéter
y fístula
Si bien
las infecciones pueden afectar a cualquier órgano
y aparato (al igual que en personas sin insuficiencia renal), la causa más frecuente en personas en diálisis
es la infección del acceso vascular, es
decir, de la fístula o el catéter. Ello es así porque son zonas que se
manipulan mucho (en cada sesión de hemodiálisis) y además se encuentran en contacto
externo; aunque con unas medidas básicas de higiene y cuidado se
pueden reducir de manera importante la frecuencia de estas infecciones.
Fistula
En el
caso de la fístula, la infección se detectará si hay enrojecimiento de la
zona de punción, supuración, calor importante o fiebre. Para prevenirla será fundamental una adecuada higiene con lavado de la fístula con agua y jabón, lavado de manos antes de la
conexión, uso de guantes y mascarilla
por parte del personal sanitario que conecta al paciente a la máquina, así como usar antisépticos como clorhexidina o povidona yodada en la zona donde
se puncione. En personas que son portadores en la nariz de un
germen llamado Staphylococcus aureus se debe iniciar tratamiento con una crema nasal
para intentar erradicarlo, ya que se ha comprobado que la presencia de este
germen en la nariz del paciente es un factor de riesgo para la infección de la fístula y catéter (imaginemos qué pasaría con un estornudo accidental sobre
ella).
Si ya ha
aparecido la infección deberá tratarse con antibióticos y cambiando la zona de
punción para no hacerlo sobre la
zona infectada.
En el
caso de tratarse de una fístula con prótesis dentro de ella (aquellas en las que no se pueden
unir directamente la vena y la arteria y requieren la colocación de un tubo de plástico para ello), la infección puede ser más grave y requiere medidas más enérgicas ya que si se ha
infectado la prótesis (enrojecimiento
generalizado) obligará a su extracción por el alto riesgo de extensión generalizada de la infección
pudiendo desembocar en una sepsis muy grave.
Catéter
Es más frecuente la infección en catéteres temporales que en permanentes, motivo por el cual deben reducirse al máximo el tiempo que se encuentran colocados los primeros, reservándose su uso sólo para situaciones de urgencia. En el caso de los catéteres permanentes la frecuencia de aparición de infecciones es más baja, aunque en ocasiones se trata de situaciones muy graves.
Es frecuente que gérmenes que habitan habitualmente en la piel sean los que produzcan la infección, de ahí la importancia de una adecuada higiene corporal. Se preferirá siempre la ducha al baño, teniendo especial cuidado de no mojar la zona próxima al catéter.
Los síntomas de infección son: dolor, enrojecimiento, salida de pus, fiebre... pudiendo afectar a la salida del catéter al exterior o al túnel de debajo de la piel por donde se coloca el catéter. El tratamiento será mediante antibióticos en crema en la zona infectada en caso de infecciones muy leves y en los supuestos más graves por vía oral o intravenosa. En caso de muy mala evolución habrá que retirar el catéter y colocar otro en diferente localización.
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