Todos en
alguna ocasión hemos acudido a un servicio
de urgencias o a una consulta médica, bien del hospital o del
centro de salud, como pacientes o acompañando a algún familiar o amigo. En ocasiones, los tiempos de espera
hasta que somos atendidos son bastante largos, a veces de manera justificada ya
que la consulta con el paciente que ha entrado antes se ha demorado más de lo previsto porque los problemas de salud que le
aquejaban eran bastante complicados. Sin embargo, si al entrar a la consulta,
el profesional sanitario se disculpa por el retraso (aunque haya sido
inevitable) seguro que el resto de la conversación
discurrirá por cauces más amables. En esta entrada nos centraremos en esos pequeños detalles complementarios de la atención sanitaria.
La deshumanización
en urgencias
La atención sanitaria en urgencias es una de las más deshumanizadas. Muchas veces por la urgencia de la
gravedad que presenta la persona que acude a estos servicios se tiende a
actuar rápido (como es lógico) pero una vez estabilizado el paciente se suele tardar
mucho en informar de la situación a los familiares que acompañan a esa persona enferma. Además es frecuente que la información se de a toda velocidad, empleando un montón de tecnicismos y con una ritmo de voz acelerado ya que el
volumen de trabajo en urgencias suele ser muy grande y el médico o enfermera no puede estar mucho rato explicando y
resolviendo dudas. ¿Cómo se sentirán esos familiares? ¿Habrá contribuido esa información a disminuir el elevado nivel de ansiedad que presentan ante estas situaciones?
Además, los usuarios también tenemos una
importante responsabilidad en la deshumanización
de algunos servicios de urgencias. Por un lado, el colapso que se produce con
dolencias leves que pueden ser resueltas al día
siguiente por parte de su médico de familia hace que
cuando llegue alguien con alguna enfermedad grave, en ocasiones no se pueda
dedicar el suficiente tiempo a tranquilizar a sus familiares y al propio
enfermo, ya que rápidamente hay una cola
interminable de persona con dolencias leves que esperan ser atendidas.
Por otro
lado, las personas que acuden acompañando a un familiar a urgencias
deben saber que a veces las pruebas solicitadas tardan mucho y que hasta que éstas no estén, no podrán darnos un diagnóstico completo, por lo que hay
que armase de paciencia. Y si una vez llegado ese momento preguntamos al médico o enfermera de manera crispada por la espera es fácil que nos contesten en el mismo tono, con lo cual como
consejo cuando se acude a urgencias: mucha paciencia e intentar ser amables con
el personal sanitario, y por la otra parte, tratar ser comprensivos con
familiares y acompañantes, resolviendo cuantas
dudas tengan en un lenguaje fácil de entender e ir informando en cuanto
vayan saliendo los resultados.
La larga espera en la consulta
Al acudir
a una consulta de algún centro de salud o del
hospital es relativamente frecuente que
los tiempos de espera hasta que somos atendidos sean largos, a veces superiores
a una hora, y que generen en la persona que está
esperando nerviosismo y enfado por el tiempo perdido.
Hay que
tener en cuenta que el número de minutos asignado a cada persona es el mismo y que en
algunos casos se tratarán de dolencias que se resolverán en unos pocos minutos, pero en otras situaciones más complejos donde hay que recoger mucha información, el tiempo de consulta puede
prolongarse mucho. En este caso, si se acumula retraso, se debe informar a las
siguientes personas que se les atenderá con un poco de retraso y no
estaría de más pedirles disculpas por ello. Seguro que el que lo escucha
se sentirá mucho mejor y, aunque tenga
que esperar una hora lo hará de mucho mejor ánimo.
También los enfermos que acuden a una consulta tienen su parte de
responsabilidad en evitar retrasos a la hora en que son llamados
los siguientes. Si se acude, por ejemplo, a una consulta de Nefrología y nos han comentado que el funcionamiento del riñón está estabilizado, no tiene ningún sentido empezar a contar al médico lo limitado que estamos al ver mal por la presencia de
cataratas en un ojo y la lista de espera tan larga que hay para operarse, ya
que desgraciadamente ese profesional no podrá
ayudarnos y no lograremos más que retrasar la hora a la
que son atendidos los siguientes pacientes.
La empatía como arma para
una mejor atención sanitaria
Todo lo
anterior se puede resumir en la frase: pensar más
en los demás. El médico que está en urgencias, en los
familiares del paciente al que atiende, el enfermo que entra en la consulta, en
los siguientes que vendrán tras él, la enfermera de urgencias que recibe al paciente y a sus
padres o hermanos, en el elevado nivel de ansiedad que manifiestan todos por
acudir a ese servicio. Seguro que si todos pensásemos
un poco en los demás e intentásemos ponernos en el lugar del otro, lograríamos humanizar un poco la medicina. Y, en su justa medida y en los momentos adecuados, un poco de sentido del humor para reducir algo el elevado nivel de ansiedad de muchas situaciones en hospitales y centros de salud.
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