En una
entrada anterior ya comentamos en qué consistía la tensión arterial y cuáles eran los peligros de la elevación de sus valores. Obviamente en los casos más graves será necesario la toma de
medicamentos (en ocasiones varios) para disminuir sus cifras, pero en
situaciones de ligeras elevaciones es frecuente que se normalicen los valores
con medidas que no incluyan la toma de medicamentos, es lo que se llama intervenciones no farmacológicas.
Además hay que tener en cuenta que aun en el caso de
hipertensiones muy severas este tipo de medidas serán imprescindibles, ya que aunque se tomen muchas
pastillas si no se aplican estas intervenciones no se va a poder controlar
adecuadamente la tensión arterial. Pasaremos a describir
brevemente en qué consisten estas medidas.
Reducción de peso
En las últimas décadas en los países industrializados se está
observando un aumento preocupante en la proporción
de personas obesas. Así, por ejemplo, en Estados
Unidos sólo un tercio de la población adulta tiene un peso normal según los últimos datos y en Reino Unido
el 50%.
Se ha
comprobado como la presencia de sobrepeso aumenta el riesgo de padecer
enfermedades cardiacas o infartos cerebrales, lo cual sumado a la presencia de
valores altos de tensión arterial hace que el riesgo
se multiplique. Pero, además la obesidad hace que empeore
la hipertensión, sobre todo en aquellos
casos en los que se distribuye la grasa
preferentemente en el abdomen. Algunos estudios han encontrado que por cada
aumento del índice de masa corporal de 1 [IMC, un medidor de sobrepeso] la tensión se incrementaba en casi 1,5 mmHg.
Del mismo
modo, la disminucion de peso produce efectos
beneficiosos sobre la reducción de valores de presión arterial. Un estudio donde las personas perdieron de media 3,9 kg de peso encontró una reducción media de tensión arterial de casi 3 mmHg.
Disminución de la sal de
la dieta
En este
sentido, también hay evidencia sobre los
efectos beneficiosos en el control de la tensión
arterial de la reducción de la ingesta de sodio (por
medio de la sal) de la dieta. Ya en una entrada anterior hablamos extensamente de ello, por lo que remitimos al
lector a dicho apartado.
Dieta (en personas sin problemas de niveles elevados de potasio)
Existen
evidencias que una dieta vegetariana podría ayudar a controlar la
hipertensión. Igualmente los beneficios
de la dieta mediterránea son evidentes habiendo
mostrado en algún trabajo una reducción de más de 7 mmHg a los 3 meses de
comenzar la dieta, valores, por otra parte, nada despreciables.
Por otro
lado, en un estudio norteamericano se comprobó
como los pacientes que seguían una dieta denominada DASH
la reducción en los valores de tensión arterial era de casi 6 mmHg. Se puede consultar el plan
alimenticio de dicha dieta en la siguiente web
Disminuir la ingesta
de alcohol
Parece
también evidente que un elevado
consumo de alcohol produce elevaciones importantes de la presión arterial. Sin embargo, según
algunos estudios, un consumo moderado de alcohol, como por ejemplo un vasito de
vino al día o una cerveza/día podría tener algún efecto beneficioso sobre el control de la tensión arterial, así como disminuir ligeramente el
riesgo de padecer un infarto cardiaco o cerebral.
Suprimir el tabaco
Los
efectos perjudiciales del tabaco son evidentes al producir multitud de
enfermedades pulmonares (entre ellas cáncer) así como aumentar el riesgo de muerte de causa cardiaca o
cerebral. Si a ello sumamos que la persona tiene la tensión arterial elevada, el riesgo se multiplica, además que el tabaco por sí solo es capaz de producir
discretas elevaciones de tensión arterial.
Ejercicio físico
En la
entrada sobre hipertensión y ejercicio ya
hablamos sobre la importancia de la practica de la actividad fisica
regular y anaeróbica como medida eficaz para
el control de la tensión arterial. Además, hay que tener en cuenta que muchas veces el ejercicio
conlleva una importante pérdida de peso y una disminución en los niveles de ansiedad y estrés, con lo que los beneficios se multiplican.
Evitar el estrés
mental
Si bien,
los resultados de los estudios no son en ocasiones muy concluyentes, por la
dificultad de medir un parámetro como la ansiedad y el
estrés mental, parece que un nivel
elevado puede contribuir al descontrol de los valores de tensión arterial, por lo que pueden ser útiles técnicas de relajación o cualquier otra para disminuir el estrés mental.
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