La
diabetes mellitus (más conocida simplemente como
diabetes) es una enfermedad que afecta al funcionamiento del páncreas, de tal modo que éste
no puede producir adecuadamente insulina, hormona que se encarga de controlar
los niveles de azúcar en sangre. Así, en una persona sana, ante una sobrecarga de glucosa (por ejemplo tras haber comido un trozo de tarta), el organismo
inmediatamente empezará a producir grandes cantidades
de insulina para normalizar los niveles en sangre de azúcar, permitiendo que entre en el interior de las células y transformando la glucosa en una sustancia de reserva llamada glucógeno. Es, en cierto modo como si a una persona cada vez que
llega a fin de mes y cobra su sueldo, lo depositase en el banco por si hiciera falta echar mano
de ello y siguiese con sus gastos al mismo ritmo de todos los días.
Sin
embargo, en una persona diabética ante una sobrecarga de azúcar, no se produce adecuadamente insulina y por tanto los
niveles de glucosa permanecen elevados dañando multitud de órganos de nuestro organismo (ojos, corazón, arterias, nervios, piel...).
Los riñones también se ven afectados por la
presencia de niveles incrementados de azúcar. De hecho, la principal causa de entrada en diálisis en nuestro país (y en general en todo el
mundo occidental) es la diabetes, observándose un importante aumento en
las últimas décadas. Es decir, parece como si cada vez hubiese más diabéticos y la afectación de los riñones por esta enfermedad fuese muy
frecuente.
Pero, ¿cómo se produce el daño renal en esta enfermedad? Fundamentalmente por daño en el glomérulo, que, como comentamos en el capítulo de las glomerulonefritis, es el filtro donde el riñón depura las sustancias que desea eliminar y retiene las
que le son útiles. Al final, el efecto es
que se escapan proteínas en la orina (proteinuria)
y acaban dañando al resto de las
estructuras del riñón. Finalmente, si se deja
evolucionar sin tratamiento, el daño es tal que todo el órgano se convierte en una coraza dura, inservible, que no
depura bien la sangre, produciendo una
insuficiencia renal avanzada que obliga a iniciar diálisis.
Por
tanto, hemos visto como la proteinuria es un buen marcador del daño que están sufriendo esos riñones por la diabetes y todos nuestros esfuerzos irán a controlarla, ya que si ésto
se logra las probabilidades de que la enfermedad renal progrese a fases
avanzadas son menores.
¿Qué
se puede hacer para frenar la evolución
de la enfermedad renal provocada por diabetes?
Hay que
tener en cuenta que cada persona es diferente y si bien, en unos casos la
evolución será muy rápida, en otros casos la enfermedad puede
permanecer estable durante años o décadas, aunque como hemos señalado
anteriormente, la presencia de niveles elevados de proteinuria nos hará encender todas las alarmas. Además, el daño que tenga el riñón, no se va a recuperar aunque instauremos un adecuado
tratamiento y nuestra misión será impedir que el deterioro progrese, de ahí que sea fundamental actuar en las fases iniciales de la
enfermedad.
En cuanto
a las medidas a instaurar, señalaremos las siguientes:
1) En primer lugar, es
fundamental un adecuado control de los niveles de azúcar en sangre, ya que
subidas muy importantes de azúcar producen un gran daño al riñón. En este sentido es muy importante seguir una dieta adecuada de diabético, controlar periódicamente
los niveles de azúcar en sangre e informar de
ello al médico de Atención Primaria o Endocrino para que pueda ajustar adecuadamente
la dosis de tratamiento (Insulina o antidiabéticos
orales). ¡A veces cuesta, pero casi
siempre se acaba encontrando la dosis que se ajusta a cada persona!
2) El segundo pilar del
tratamiento será el control de la tensión de arterial. Si al riñón
que ya se encuentra dañado por los niveles elevados
de glucosa en sangre, le añadimos además una tensión arterial muy elevada, los efectos
se multiplicarán, con lo que la insuficiencia
renal evolucionará más rápidamente. Es por ello que
debemos aplicar todas las recomendaciones de las que ya hablamos en el capítulo de la hipertensión arterial y tomar
medicamentos si fuese necesario para normalizar sus valores.
3) Existen
algunos medicamentos de eficacia probada que consiguen disminuir la proteinuria
y, por tanto, disminuir el daño que sufren los riñones por la diabetes. Además
estos fármacos ayudan a controlar la
tensión arterial por lo que, como
comentábamos anteriormente nos ayudarán a evitar ese daño adicional que provocan las
subidas de tensión. Se trata de medicamentos de
2 grupos: por un lado, los conocidos como
IECAs cuyos representantes más usados son: Enalapril,
Captopril, Lisinopril, Perindopril, Quinapril y Fosinopril, y por otro lado los
conocidos como antagonistas de los receptores de angiotensina 2 o ARA 2, siendo
los más usados los siguientes:
Candesartan, Eprosartan, Irbesartan, Losartan, Telmisartan, Olmesartan y Valsartan.
Los efectos secundarios más frecuentes de estos fármacos son: bajadas de tensión,
al administrarse a personas que previamente tuviesen una presión arterial normal tirando a baja, por lo que en estos casos
habrá que iniciar el medicamento a
dosis muy bajas.
El otro efecto secundario relativamente frecuente es la subida
de potasio, especialmente
si hay asociada una insuficiencia renal avanzada. Se suele controlar con dieta,
medicamentos como Resincalcio® que se emplean para controlar los valores de
potasio y, en casos extremos suspensión del tratamiento con dichos
medicamentos.
Buenos días, le felicito por la exposición clara y concisa sobre qué es la diabetes y sus posibles consecuencias, pero quería preguntarle qué relación puede existir entre tener el amonio alto como indicador de posible diabetes, o si no tiene nada que ver tener valores altos de amonio y enfermedades pancreaticas, gracias
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