lunes, 16 de diciembre de 2013

¿Cuánto líquido debo beber si padezco insuficiencia renal?


Los pasados 3 y 4 de Diciembre se celebró en Madrid el 3 Congreso Nacional y 1 Internacional sobre Hidratación. Entre las conferencias, destacó la pronunciada por el profesor Ronald J. Maughan de la Universidad de Loughborough (Reino Unido) que versó sobre los peligros de la deshidratación y las consecuencias de la sobrehidratación.
Se presentaron datos de mortalidad de la ola de calor que afectó a Europa Occidental en Agosto de 2003 donde se observó un aumento de la mortalidad muy importante, especialmente, como señaló el profesor Maughan, en grupos de alto riesgo (ancianos, niños y enfermos crónicos). Entre estos últimos, incluiríamos a los pacientes con insuficiencia renal.



Los peligros de la deshidratación

Ante una situación de calor extremo (como sucede de forma habitual en muchas partes del mundo) el organismo experimenta una pérdida de líquido, lo cual estimula en nosotros el mecanismo de la sed, con lo que automáticamente beberemos agua o cualquier otro líquido para reponer el volumen perdido. En situaciones de humedad ambiental alta, la pérdida de líquido va a ser aún mayor y, por tanto, la sensación de sed también.
Pero, en ancianos, niños, o personas con bajo nivel de conciencia (infartos cerebrales, demencias...) el mecanismo pérdida de líquido-sed no es tan eficaz, y son precisamente en ellos en los que hay que tener especial precaución para evitar que se deshidraten. Además, si padecen insuficiencia renal, el problema se agrava, ya que la deshidratación severa podría dañar al riñón ya tocado y deteriorarlo de manera muy importante e irreversible. Por tanto, en situaciones de insuficiencia renal en ancianos, niños, o enfermos crónicos hay que tener mucho cuidado en días de calor extremo insistiendo mucho en la toma de líquidos y alarmándonos si el volumen de orina fuese muy escaso.




Igualmente,  en el caso que la persona pierda líquido por otra causa como vómitos, diarrea, ejercicio intenso con sudoración y además presente insuficiencia renal, habrá que reponer rápidamente el volumen de líquido perdido para evitar un empeoramiento de la enfermedad renal previa.

Los peligros de la sobrehidratación

Sin embargo, la situación contraria, es decir la sobrehidratación o administración de mayor cantidad de líquido, también tiene sus riesgos en los enfermos con insuficiencia renal. Frecuentemente, se le recomienda a las personas con estas enfermedades  la ingesta de elevadas cantidades de agua, lo cual en ocasiones no es tan inocuo, como ya hablábamos en otra entrada,
El principal riesgo es la producción de un edema agudo de pulmón, situación bastante grave, ya que la persona se ahoga. Es lo que comúnmente se conoce como encharcamiento de pulmones. Evidentemente, en una persona con insuficiencia renal leve  y sin ninguna otra enfermedad acompañante el riesgo es nulo y el exceso de líquido va a ser eliminado por los riñones. Es lo que comúnmente pasa cuando tomamos varios refrescos o cervezas si estamos en un bar, de inmediato iremos al servicio a orinar abundantemente.
Pero si además de una insuficiencia renal moderada-avanzada tenemos insuficiencia cardíaca (es decir, mal funcionamiento del corazón) la cosa va a ser diferente, ya que el exceso de líquido se va a quedar en nuestro organismo, provocando edemas (hinchazón de piernas) y en caso más graves disnea (ahogo) y en último extremo el edema agudo de pulmón citado previamente. Por tanto en las personas con insuficiencia cardiaca y renal, hay que ser muy cuidadosos para dar el líquido justo que necesitan, ya que el exceso no puede ser eliminado fácilmente.

En los pacientes en diálisis, por supuesto, como se comentó en una entrada anterior  la restricción de agua ha de ser mucho más estricta, ya que frecuentemente no orinan prácticamente nada. Igualmente, las personas con glomerulonefritis (síndrome nefrótico) también tienen que llevar un control sobre el líquido ingerido ya que tienden a retener gran cantidad produciendo importantes edemas.

Por último, señalaremos otra consecuencia de la sobrehidratación, señaladas por el profesor Maughan en su conferencia. Entre éstas se encuentran: el descenso en los niveles de sodio en sangre (hiponatremia), ya que al ir disuelto en agua, si ésta aumenta sin incrementarse aquel, la proporción disminuirá; es lo que sucede si cuando preparamos  un caldo, si le añadimos agua sin sal, la solución final estará menos salada que al principio. Pues bien, esta situación en los casos más severos puede ser grave al producir trastornos sobre el sistema nervioso central.




Consejos finales

Después de todo lo expuesto anteriormente, a una persona con insuficiencia renal que lea estas líneas le puede surgir la duda, ¿cuanto líquido debo tomar al día para ni pasarme ni quedarme corto? Para responder a esta pregunta, diremos que no hay reglas fijas, pero podemos señalar algunos consejos generales:

- las recomendaciones deben ser individualizadas. No es igual una persona con insuficiencia renal grave prediálisis que otra con enfermedad renal leve, deportista. La primera, quizá no necesite más de 1 litro de agua al día, mientras que la segunda, si además realiza abundante ejercicio físico puede precisar más de 3 litros de líquido diario.
- no debe ser igual la cantidad de líquido ingerido en función de la situación meteorológica. Evidentemente, si nos encontramos en Nueva Delhi a 44ºC y con una humedad relativa de 90% necesitaremos mucho más líquido que si nos hallamos en Madrid en invierno a 10ºC y con una humedad relativa del 40%. En latitudes templadas, en verano debe aumentarse la toma de agua.
- observar el volumen de orina y la concentración de la misma. Si disminuye la cantidad y aparece mucho más densa, puede ser indicativo de deshidratación.
- hacer caso a la sed. Es el mejor indicativo de la necesidad de líquido.
- tener mucho cuidado en ancianos y niños para evitar deshidratación en situaciones de calor extremo,      pérdidas de líquidos por diarreas, vómitos.
- preguntar a su nefrólogo o médico de Atención Primaria sobre las recomendaciones de ingesta de líquido que debe llevar en función de la causa de la insuficiencia renal y el grado de severidad de la misma.













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