En entradas anteriores de este
blog, hemos hablado sobre qué es una fístula arterio-venosa de diálisis, para qué se realiza y cómo se actúa ante una infección de la misma. Hoy, nos centraremos en otra
complicación, como es el
sangrado de la fístula fuera de la unidad de diálisis.
¿Cómo actuar si empieza a sangrar la fístula?
Lo primero que hay que decir es
que se trata de una situación relativamente frecuente y que
en la mayoría de los casos no conlleva
ninguna gravedad si se realizan las cosas adecuadamente. Es cierto que la
sangre es muy escandalosa y al ver como empieza a salir puede ser frecuente que
nos pongamos nerviosos y no sepamos que hacer. Para recordarlo, diremos que en
este caso hay que seguir la regla de las dos C, es decir, comprimir y
mantener la calma.
Y, en este punto, llegaría la siguiente pregunta, ¿cómo se
comprime? Para responderla vamos a seguir los pasos que, de
forma muy clara y concreta se exponen en el blog: Diálisis, diario para principiantes y que se pueden consultar aquí.
En principio, lo fundamental será comprimir (recordemos la regla de las dos C)
con el dedo índice contrario justo en el
punto donde salga la sangre. Evidentemente, si se hace con una gasa doblada sería lo ideal, pero si nos pilla fuera de casa
con cualquier cosa que pueda hacer de tapón, como por ejemplo un pañuelo
desechable (obviamente limpio). Hay que evitar a toda costa utilizar elementos que
puedan contaminar la fístula, ya que podría ser peor el remedio que la enfermedad. Por tanto, si usamos gasas
mejor, y sino cualquier cosa lo más estéril posible.
Una vez iniciada la compresión, mantendremos durante al menos media hora,
si puede ser más, mejor, y tras comprobar que
ha cedido la hemorragia habrá que cubrir el punto sangrante
con algo. Lo ideal volverá a ser una gasa limpia con dos
esparadrapos a ambos lados para sujetarlo bien. Una vez realizado,
comprobaremos periódicamente que está limpia la gasa y que no vuelve a sangrar la
fístula.
¿Y si no cede la hemorragia?
Habitualmente con estas medidas
suele ceder el sangrado y no se precisa realizar nada más, salvo vigilancia periódica de la gasa para comprobar
que no vuelve a mancharse, como hemos comentado anteriormente. Sin embargo,
en algunos casos, afortunadamente muy poco frecuentes, la hemorragia continúa a pesar de una buena compresión del dedo índice en el punto sangrante. ¿Qué se debe hacer en estos casos?
Pues bien, en estas situaciones añadiremos
una tercera C a las dos anteriores, además de comprimir y mantener la calma, es necesario correr
al hospital o unidad de diálisis más cercano.
Cuando me refiero a correr, no
quiero decir que cojamos el coche y vayamos conduciendo a lo loco al hospital,
pero si que no se demore en acudir al centro hospitalario. Por ejemplo
si es medianoche, empieza a sangrar la fístula y no cede tras media hora, no esperar a acudir a urgencias a la
mañana siguiente, sino acudir en
ese momento bien por nuestros propios medios o llamando al servicio de
ambulancias. Por supuesto durante todo el tiempo
de transporte hay que seguir comprimiendo con el dedo índice el punto sangrante, por lo que bajo
ningún concepto, la persona con
hemorragia por la fístula podrá conducir un coche. En caso que esté sola, deberá trasladarla una ambulancia de urgencias.
Una vez corregido el sangrado, ¿debo decir algo en la unidad de diálisis?
Como señalábamos al
principio, lo más frecuente es que la hemorragia
sea muy leve y con una compresión del
dedo índice durante un rato, ésta ceda. Ahora bien, ¿es necesario comunicar que este hecho ha
sucedido al personal de diálisis cuando volvamos a acudir a
nuestro turno habitual, ya sea en 24 o 48
horas? La repuesta es sí. Veremos a continuación por qué:
El sangrado de fístula
arterio-venosa de diálisis puede estar motivado en ocasiones por un problema de
flujo, de tal manera que si hay una estrechez, la sangre que está
inmediatamente por detrás de esa zona estará ejerciendo una presión mayor sobre
las paredes (como en una tubería). Por ello, si en la zona donde se han tenido
colocadas alguna de las agujas de diálisis, el tiempo hasta que la sangre se
coagula es muy largo o aparece hemorragia una vez que la persona esté en su
casa, todo ello puede ser indicativo de que la fístula no funciona bien y tiene
alguna estrechez importante, con lo que el personal sanitario deberá revisar la
fistula de forma concienzuda y si siguen persistiendo las dudas pedir alguna
prueba, como una fístulografia (radiografía con contraste de la fístula) para
descartar la presencia de un estrechamiento. De ahí, la importancia de
comunicar cualquier sangrado de la fístula aunque sea mínimo.