miércoles, 29 de febrero de 2012

Optimismo: una medicina barata y efectiva

El otro día apareció en un periódico un reportaje sobre Irene Villa, quien, como es sabido, sufrió un brutal atentado de ETA en octubre de 1991 que le amputó las 2 piernas. Me llamó la atención el optimismo que irradiaba durante todo el artículo, a pesar de todo lo que había sufrido había podido rehacer su vida, se había casado, estaba esperando un hijo, se había licenciado en Psicología, impartía charlas, y ahora estaba a punto de estrenar nuevas piernas. Es realmente admirable su espíritu de superación, sus ganas de llevar una vida normal, y en definitiva su entusiasmo http://www.irenevilla.org/noticia-detalle/196/irene-villa-o-el-triunfo-de-la-vida

Optimismo ante la adversidad

La enfermedad renal, como cualquier enfermedad crónica supone un importante cambio en la vida de la persona que la padece. Pensemos, por ejemplo, en un paciente que debe iniciar hemodiálisis, sabe que debe acudir a partir de entonces tres días por semana al hospital a llevar a cabo su tratamiento. Además, debe llevar una dieta más restrictiva, control de líquidos, cuidados de la fístula... con lo que su vida sufre una importante transformación en ese momento, no siendo extraño en muchas casos que la persona entre en una depresión.

Sin embargo, pasado este primer período de aceptación de la enfermedad, observamos como hay personas que enseguida se habitúan a la nueva situación, mientras que otros están constantemente lamentando su mala suerte y pensando que todo va a ir peor. El primer grupo, los optimistas, son personas que tienden a ver el futuro de manera positiva, es decir, piensan que "me van a ocurrir cosas buenas en el futuro" y que "aunque ahora estoy mal seguro que voy a estar mejor". En el otro extremo, los pesimistas están lamentándose sobre su mala suerte, con pensamientos del tipo "seguro que ésto no puede mejorar" y "cada vez voy a ir peor". En resumen, dos formas diferentes de reaccionar ante una misma situación.

Importancia del optimismo ante la enfermedad

Y, ¿qué importancia tiene en el transcurso de la enfermedad el que adoptemos una actitud más o menos optimista ante ella? Bastante, tanto si estamos hablando de enfermedades agudas como de crónicas.

Algunos estudios han demostrado que en pacientes sometidos a cirugía cardiovascular la recuperación de su proceso era más rápida en aquellos que mantenían una actitud más optimista. Unos resultados similares se han encontrado en personas con cáncer y en enfermos con enfermedad cardiaca http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8366426?dopt=Abstract http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20346702 . No estamos diciendo que con optimismo sólo se consiga curar una enfermedad, evidentemente hay que tomar la medicación pautada y seguir los consejos del personal sanitario, pero sí es un importante aliado que contribuye a una recuperación más rápida.

Optimismo en diálisis

En el campo de la insuficiencia renal crónica y más concretamente en la hemodiálisis, también tiene una gran importancia la actitud más o menos optimista con que se viva la enfermedad.
En este sentido, a comienzos del año 2011 se publicó en la revista "Nefrología" un estudio muy novedoso realizado en Alicante y Granada. Se evaluó el grado de optimismo que presentaban los enfermos que acudían a sus sesiones de diálisis habitual y se comparó con el número de ingresos en el hospital. ¿Resultado? Ingresaban bastante más aquellos que tenían una visión mucho más pesimista y además su calidad de vida era bastante peor. Los autores del estudio concluyen que el optimismo es otro factor más a considerar en la evolución de los pacientes en diálisis http://www.revistanefrologia.com/modules.php?name=articulos&idarticulo=10534&idlangart=ES.


¿Qué podemos hacer para cambiar una visión negativa en otra más optimista?

Como hemos visto previamente, parece que una visión más optimista ante el propio desarrollo de la enfermedad podría tener un efecto positivo en su evolución, por lo que puede ser útil intentar centrarse en algunos aspectos positivos de la nueva situación: "he conocido gente en diálisis que me trata bien, me encuentro a gusto con el personal que me atiende, comparto con otros enfermos inquietudes, problemas comunes...". Al mismo tiempo, intentar visualizar el futuro de manera positiva puede ser útil, en vez de: "ésto cada vez va a ir peor hasta que me muera", pensamientos del tipo: "seguro que me voy a encontrar cada vez mejor con la diálisis" o "voy a intentar una vida lo más normal posible, recuperando algunas actividades que hacía antes de caer enfermo en la medida de mis posibilidades".
En este sentido último, quizá pueda ser útil tener algún modelo de persona que a pesar de una grave limitación o enfermedad ha conseguido salir adelante con grandes dosis de optimismo. Ojalá el ejemplo de Irene Villa con el que abríamos esta entreda sirva a alguien para tener  una visión más optimista de la vida. http://www.irenevilla.org/ 

miércoles, 22 de febrero de 2012

hipertensión y embarazo

Para algunas mujeres embarazadas la hipertensión arterial puede constituir un problema, ya que valores muy elevados de tensión, podrían producir problemas sobre el feto. En esta entrada, hablaré sobre las medidas para controlarla, aunque hay que distinguir en principio dos situaciones: en primer lugar si la mujer ya previamente tenía la tensión alta y tomaba medicamentos hipotensores para su control y, en segundo lugar, la hipertensión que aparece coincidiendo con el embarazo y que generalmente se resuelve a los pocos días del parto.

¿Qué hacer si soy hipertensa y me quiero quedar embarazada? 

Si una mujer presenta valores de tensión arterial elevada y precisaba tratamiento antihipertensivo (para bajar la tensión) antes del embarazo, lo primero que debe hacer es acudir a su médico para que valore si es necesario cambiar de tratamiento. Ello será lo más frecuente ya que la mayoría de los antihipertensivos son tóxicos para el feto. Así, según las recomendaciones recopiladas por el Dr DeVore del Fetal Diagnostic Center en Pasadena (California, EEUU) www.fetalecho.com/, deberán interrumpirse los siguientes medicamentos durante el embarazo (se citan los más frecuentes por su composición química):
- Enalapril, Captopril, Perindopril, Quinopril, Lisinopril, Ramipril...
- Olmesartan,Telmisartan, Valsartan, Eposartan, Candesartan, Losartan...
- Diuréticos como: Furosemida, Hidroclorotiazida, Espironolactona, Clortalidona, Indapamida...
- Doxazosina, Prazosina...
- Amlodipino, Barnidipino, Diltiazem, Lercanidipino, Manidipino, Nicardipino...
- Atenolol, Propanolol, Bisoprolol...

Es decir, como resumen de toda lista, la mayoría de los hipotensores deberán sustituirse por otros durante el embarazo dado el riesgo de producir efectos tóxicos para el feto. Entre los que podemos usar para controlar la tensión sin riesgo de producir efectos secundarios se encuentran:
- Alfametildopa
- Labetalol
- Nifedipino.

En cuanto al control de la tensión durante el embarazo, el objetivo a alcanzar serán cifras de sistólica (máxima) inferiores a 120-130 mmHg y de diastólica (mínima) de 80 mmHg. Hay que tener en cuenta que en el último trimestre las cifras suelen incrementarse, por lo que aunque durante todo el embarazo hay que tener un control muy estricto de la tensión, es en este último periodo, donde el seguimiento debe ser mucho más cuidadoso.

¿Y si aparece hipertensión durante el embarazo?

Es ésta una situación totalmente diferente, ya que la causa de la hipertensión está en relación con los cambios hormonales que tienen lugar durante el embarazo, por lo que una vez acabado, a las pocas semanas del parto suele haberse resuelto la elevación de la tensión. Esta situación se llama hipertensión gestacional y lo fundamental para evitar daños sobre el feto será controlar los valores tensionales, como hemos visto en el apartado anterior. Suele producirse en el tercer trimestre de embarazo y es más frecuente en embarazos múltiples (gemelos o mellizos, trillizos...) mujeres muy jóvenes o mayores, antecedentes familiares de hipertensión... Si en el primer embarazo se produjo, es frecuente que en los siguientes pueda volver a aparecer, por lo que, en estos casos, habrá que controlar muy estrechamente  la tensión arterial.
Sin embargo, en raras ocasiones  se pueden producir alteraciones en el hígado,  en los riñones,  en la coagulación, en las plaquetas,  en el sistema nervioso central, etc. Esta situación se llama preeclampsia y puede ser muy grave, por lo que suele extraerse el feto por cesarea para evitar posibles daños tanto a la madre como al niño. Afortunadamente, suele ser poco frecuente y tras la finalización del embarazo se recuperan a los pocos días todas las alteraciones que se habían producido sobre los diferentes órganos del cuerpo.

Algunos enlaces de interés

http://hypertension.emedtv.com/gestational-hypertension/gestational-hypertension.html (información general, en inglés)
http://www.americanpregnancy.org/pregnancycomplications/pih.htm (inglés)
http://www.proyecto-bebe.es/hipertension_gestacional.htm (español, información general)
http://www.asocimed.cl/Guias%20Clinicas/obstetricia/sindhipertensivoembarazo.html (bastante completa, en español)

Videos explicativos de la hipertensión gestacional:


viernes, 17 de febrero de 2012

la fístula de diálisis

En la entrada "sobre diálisis" de este blog, ya mencionaba el importante papel de la fístula arterio-venosa o el catéter central como requisitos imprescindibles para llevar a cabo la depuración de la sangre. Hoy hablaré un poco de la primera de ellas: la fístula arterio-venosa.

¿Qué es una fístula arterio-venosa?
Por fístula, entendemos en medicina la comunicación entre 2 cavidades huecas o una cavidad hueca y el exterior. Así, una fístula entero-vesical será una comunicación entre el intestino "entero" y la vejiga "vesical" y una fístula enterocutánea, una comunicación entre el intestino y piel.
Por tanto, una fístula arterio-venosa será una comunicación entre una arteria y una vena (que a fin de cuentas son 2 tubos huecos aunque llenos de sangre). Pero, ¿cuál es su papel en hemodiálisis?
Las arterias del cuerpo son las encargadas de llevar la sangre oxígenada a los diferentes órganos y tejidos. Tras la salida del corazón, la arteria aorta va ramificándose en diferentes ramas, de menor calibre pero con flujo suficiente para llevar a cabo el proceso de diálisis, con lo que una buena idea podría ser pinchar una arteria, por ejemplo del brazo y sacar por ahí la sangre para limpiarla tras su paso por el dializador. Sin embrago, cualquiera al que se le haya hecho una gasometría arterial (donde se saca sangre de arteria) sabe que la punción de una arteria es muy dolorosa, por lo que si la estuviésemos pinchando cada 2 días, sería algo insoportable para una persona que se dialice.
Por otro lado tenemos las venas, con una pared mucho más fina, y cuya punción duele mucho menos; pero con flujos de sangre mucho más escasos (salvo que utilizásemos una vena central como yugular, femoral, subclavia...),  por lo que si la utilizásemos para diálisis el sistema no funcionaría. ¿Solución? Construir un vaso con la pared de la vena (fina), pero con el flujo de la arteria.
Éste es el mecanismo de la creación de una fístula arteriovenosa: unir una arteria con una vena del brazo mediante una pequeña intervención quirúrgica para crear una VENA ARTERIALIZADA, es decir, una vena normal pero con un flujo de sangre muy superior a las demás, lo cual permitirá su uso para extraer sangre del cuerpo, purificarla y devolverla limpia. Lógicamente, esta vena se dilatará mucho y su aspecto no será como el de las demás del cuerpo, sería como si en el país de los gnomos, de repente uno de ellos se covirtiese en un gigante.

Tipos de fístula
Como es de esperar, a la hora de construir una fístula arterio-venosa cada persona tendrá sus vasos mejor o peor con lo que el cirujano vascular que realice la operación, decidirá en qué lugar del brazo la efectúa. Suelen preferirse las zonas del antebrazo, lo más próximo a la muñeca, pero si no es posible se opta por el codo o el brazo, en la parte más próxima al hombro.
En algunas circunstancias, es difícil crear una fistula con los propios vasos de la persona (vasos nativos) y es necesario, incorporar una prótesis que una la arteria y la vena, Son las fístulas protésicas, que suelen realizarse en la zona entre el hombro y el codo, aunque en ocasiones se precisan pequeñas prótesis en las fístulas de codo.

¿Cómo se debe cuidar la fístula?
Una vez realizada la fístula hay que tener en cuenta que no puede usarse de inmediato para diálisis, generalmente hay que esperar como mínimo 1 mes para comenzar a pincharse. Los primeros días puede notarse alguna molestia, por lo que se suele aconsejar la toma de algún calmante. En caso de sangrado, enrojecimiento, fiebre... se recomienda acudir al hospital para valoración.
Pasado ese tiempo y una vez que se inicia diálisis, hay que tener en cuenta las siguientes normas:
  1. en el brazo de la fístula, NUNCA TOMAR LA TENSIÓN ARTERIAL, ya que al apretar el manguito y comprimirla existe alto riesgo de provocar una trombosis de la misma, con lo que dejaría de funcionar de inmediato
  2. procurar no dormir apoyado sobre el brazo de la fístula
  3. no utilizar nunca ese brazo para sacar analíticas o colocar vías para sueros, antibióticos. SÓLO SE USARÁ PARA DIÁLISIS
  4. se recomienda no cargar pesos con el brazo de la fístula ni relizar ejercicios físicos que impliquen movimientos bruscos de ese brazo (tenis, frontón, pelota vasca, beisbol, padel...)
  5. evitar actividades físicas que impliquen riesgo de corte en la fistula (es un vaso de gran calibre con lo que sangraría muchísimo), como pueden ser: cortar leña, manipular máquinas con cuchillas...
  6. en caso de sangrado, COMPRIMIR la zona y, si no remite la hemorragia acudir al hospital
  7. es recomendable el lavado con agua y jabón de la fístula intentando no apretar mucho. La limpieza deberá realizarse pasadas unas horas o al día siguiente de diálisis para evitar que empiece a sangrar
Para saber más sobre cuidados de la fístula se puede consultar:



Y un vídeo de Youtube de una punción de fístula e inicio de diálisis (fijaos en la "normalidad" de todo el proceso y cómo la persona no manifiesta dolor ni disconfort):



Antes de finalizar, agradecer a las personas que se dializan en nuestra unidad y han accedido a la realización de las fotografías que ilustran esta entrada,  para que los lectores tengan una imagen gráfica de una fístula arteriovenosa de diálisis. (El vídeo no es de nuestro hospital).

domingo, 12 de febrero de 2012

hacia una medicina basada en la compasión

El señor J. (nombre imaginario) se dializa habitualmente 3 días a la semana en una unidad de diálisis, durante años. Se encuentra bien hasta que comienza a ingresar repetidamente por motivos diversos, que le van deteriorando lentamente su calidad de vida hasta que llega un momento en que no come nada, no conoce a sus allegados, ni al personal sanitario que lo atiende y se encuentra constantemente desorientado. Vuelve a ingresar en el hospital por una infección generalizada que no responde a antibióticos y, dada la gravedad de la situación se avisa a su familia. Sin embargo, el sr J. no tiene hijos y la familia más próxima vive en otra ciudad a más de 600 Km, siendo personas de muy avanzada edad, por lo que se mantienen informados por teléfono, pero no pueden de momento acudir al hospital. El Sr J. está solo, hasta que acuden a su cama parte del peronal sanitario de diálisis para solamente estar con él, acompañándole, cogerle la mano y hablarle. Él no contesta, pero abre los ojos y esboza una leve sonrisa. A las pocas horas fallece.
Ésta es una situación imaginaria pero basada en varias experiencias reales vividas en nuestra unidad de diálisis que nos hacen pensar sobre la enorme importancia que tiene la compasión en las relaciones sanitarias. De hecho sin una medicina compasiva no podremos hablar nunca de una buena práctica médica, por muchos avances tecnológicos de que dispongamos. Pero, ¿de qué estamos hablando realmente cuando hablamos de compasíón? Veamos el siguiente vídeo donde Matthieu Ricard (genetista molecular francés y desde hace años monje budista) nos presenta de una manera global qué entiende por compasión


Independientemente, de que estamos más o menos de acuerdo con la filosofía budista, es un hecho constatable que para poder desarrollar actitudes compasivas es necesario escuchar, y tratar de entender lo que le pasa al otro, es decir, en una palabra y como señalaba en otra entrada, empatizar con esa persona. Y eso incluye, escuchar todo lo que le pase; es decir, si alguien está triste por un motivo familiar, por ejemplo, no debemos decir: "eso no me interesa, yo sólo trato los riñones". ¿Cómo sería una actitud más empática y compasiva? Escuchando los problemas de esa persona, quizá no podremos arreglarsélo, pero su sentimiento negativo de tristeza se transformará en otros más positivos al sentir que alguien le escucha.

Fomento de la compasión en medicina
Al margen de muchas experiencias compasivas que presenciamos día a día en los hospitales (aunque no han sido valoradas suficientemente por la medicina cientifica clásica), en los últimos años se están produciendo algunos avances con el fin de alcanzar una atención sanitaria más compasiva. Un ejemplo de ello es la iniciativa de The Schwartz Center for Compassionate Healthcare, hospital fundado en los años 90 en Boston, Massachusetts (EEUU) por un paciente que falleció de un cáncer de pulmón http://www.theschwartzcenter.org/. La filosofía del centro es dar importancia sobre todo a la atención compasiva, realizando periódicamente reuniones clínicas para tratar aspectos emocionales de los pacientes y cuidador, es decir equiparan el conocimiento científico de cómo tratar la enfermedad A con cómo se encuentra, qué siente la persona B y sus cuidadores C o D.  Me parece una iniciativa fantástica que ojalá en un futuro pueda extenderse a más hospitales. No olvidemos que tratamos personas no enfermedades.
Para acabar unas palabras de Kenneth B. Schwartz, fundador del centro americano al que acabamos de referirnos: "la experiencia dolorosa que estoy pasando ha sido mitigada por momentos de gran compasión. He sido el receptor de un gran despliegue de humanidad. Estos actos de amabilidad, el simple contacto humano de mis cuidadores, han hecho lo insoprtable soportable."

jueves, 9 de febrero de 2012

las causas de la hipertensión arterial

La hipertensión arterial es, como comenté en otra entrada, la elevación mantenida de la presión arterial por encima de sus valores normales (más de 140/90 mmHg). Todos conocemos personas que padecen esta enfermedad, al ser bastante frecuente, pero ¿sabemos las causas que la originan?. Vamos a tratar de hablar brevemente de ello.
En primer lugar, es necesario distinguir 2 tipos diferentes de hipertensión arterial según su origen: esencial y secundaria.

 Hipertensión esencial

Se llama también idiopática o primaria. Y, ¿qué significan todos estos extraños nombres? Pues que no conocemos la causa de la misma, por lo que podría haberse llamado hipertensión de causa desconocida. Supone el 95% de todos los casos, es decir, es la más frecuente. El que no conozcamos la causa exacta no quiere decir que no se hayan identificado algunos factores que pueden favorecer su aparición.  Entre ellos se encuentran:
  1. Genética: Está constatado que si nuestros padres, algún hermano y abuelos son hipertensos     tendremos bastantes papeletas para en un futuro tener la tensión alta.
  2. Raza: Por causas no conocidas, es más frecuente entre personas de raza negra.
  3. Edad: Es un hecho bien conocido que la tensión sube con la edad.
  4. Sexo: Es más frecuentes entre varones, sobre todo en jóvenes y edad media.
  5. Hábitos alimenticios: El consumo de sal en abundancia se ha asociado al desarrollo de hipertensión.
  6. El Ejercicio físico moderado y continuo protege frente a la elevación de la presión arterial, mientras que el sedentarismo y la obesidad la favorecen.
  7. Estrés: muy importante en el desarrollo o empeoramiento de la hipertensión arterial.






Hipertensión secundaria

Supone sólo el 5% de los casos, pero aquí tenemos una causa clara y, por tanto, nos encontramos ante una enfermedad potencialmente curable. Y, ¿cuando hay que sospechar que nos encontramos ante una hipertensión secundaria? Pues sobre todo, si se trata de una persona joven, con valores de tensión muy elevados o con alteraciones en los análisis (sobre todo bajada de potasio). También habría que descartarlo en personas mayores que tienen enfermedades arteriales a otro nivel, es decir, por ejemplo en corazón, piernas, cerebro...o en los que tengan una enfermedad renal. ¿Cuales son las principales causas de esta hipertensión secundaria?:
  •   Las enfermedades de los riñones de todo tipo pueden subir los valores de tensión arterial.
  •   Una alteración en las suprarrenales (pequeñas glándulas situadas encima de los riñones a modo de sombrero) y que provocarían un hiperaldosteronismo primario (nombre muy largo para decir que la glándula está trabajando sin parar). También se puede producir un feocromocitoma, que consiste en que otra parte de las suprarrenales empieza a producir unas hormonas llamadas catecolaminas, que producen enrojecimiento, sudor, y subida de tensión (vamos como si estuviéramos en nuestra primera cita). Con lo pequeñas que sin las suprarrenales,¡qué importantes son!.

  •  Alteraciones en las arterias que llegan a los riñones. Si éstas se obstruyen, el cuerpo reaccionará aumentando la presión para tratar de garantizar el flujo de sangre a las células renales. ¿Consecuencia? Una importante subida en la tensión arterial.
  •  Por último, determinados medicamentos como antiinflamatorios, anticonceptivos orales...pueden provocar hipertensión arterial.

miércoles, 1 de febrero de 2012

insuficiencia renal y potasio: amistades peligrosas

Es muy frecuente que el personal sanitario que atendemos a los pacientes en diálisis hablemos con ellos del potasio y la necesidad del control de sus valores. En estas líneas hablaré un poco de qué funciones cumple en el organismo, por qué se eleva en insuficiencia renal y qué se puede hacer para controlarlo.

Funciones en el organismo
El potasio se encuentra en cantidades mucho más elevadas en el interior de las células (98%), que en el resto del cuerpo, donde sólo se encuentra el 2%. Además es mucho más frecuente en las células musculares donde interviene en su contracción. Dicho de otro modo, es un elemento imprescindible para realizar cualquier movimiento, ya sea consciente (ej mover una pierna) o inconsciente (ej latido del corazón).
Pensemos ahora en un corredor de maratón. No es extraño observar al final de la carrera, como los atletas presentan calambres. Ello es debido a la pérdida de potasio que ha ocurrido por el sudor, de tal manera que se impide en esas circunstancias una buena contracción de los músculos y, el poder continuar la carrera.

¿Por qué aumenta en insuficiencia renal crónica?
La mayor parte del potasio se elimina por los riñones. Mientras éstos funcionan bien, si comemos grandes cantidades de potasio (ej 4 plátanos, 2 kiwis y unos frutos secos), no habrá problema ya que los riñones se encargarán de eliminar ese exceso para mantener la concentración estable en sangre (recordemos que era sólo el 2% del total) y evitar así el paso a las células (el 98% restante). El problema viene ahora si dejan de funcionar los riñones, ¿por donde eliminamos ese exceso?. Algo se pierde por el sudor, pero, o nos vamos a correr la maratón de Nueva York, o  la acumulación de potasio será inevitable.
En las personas con insuficiencia renal muy avanzada, normalizarán sus niveles durante la diálisis . Pero, ¿y en los momentos entre una y otra sesión? No se elimina, por lo que, es fundamental controlar lo que se come para evitar una sobrecarga de potasio, especialmente en el período en que transcurren más horas sin acudir al hospital (72 horas), es decir, en fin de semana. 

Consecuencias de la acumulación de potasio
Ya que en condiciones normales, las principales funciones son la contracción muscular, su acumulación tóxica producirá alteraciones en el movimiento (intensa debilidad y en casos extremos, parálisis) y en el corazón (que no deja de ser también un músculo), provocando en éste alteraciones del ritmo, al enlentecerse el pulso (frecuencia cardiaca) y, en casos muy extremos, paro cardiaco. Afortunadamente, esta situación es muy infrecuente, dándose sólo con cifras de potasio muy elevadas. Es más frecuente, sin embargo, encontrarnos con pacientes en diálisis que acuden con brusca debilidad muscular tras el fin de semana, lo cual ha de ponernos en alerta sobre la posibilidad de una elevación en los niveles de potasio

¿Qué se puede hacer para disminuir los niveles en diálisis?
Existen medicaciones que pueden ayudar a disminuir los valores de potasio. Son unas resinas que eliminan el potasio del intestino para favorecer su eliminación. En España hay comercializadas 2: Resincalcio y Sorbisterit. Sin embargo, deberán ir acompañadas siempre de una adecuada dieta (es decir no sirve de nada tomarlos y luego comer varios plátanos) y mucha gente, además,  no los tolera por estreñimiento.Y éstas son todas las medicinas que existen para intentar normalizar los niveles de potasio en pacientes en diálisis,(sorprendente el escaso interés de las compañías farmacéuticas por investigar tratamientos para ayudar al control de este grave problema en diálisis).


El otro pilar (y el más importante) del tratamiento de la hiperpotasemia es la dieta. Existen varias de ellas en diferentes webs, pero como  recomendaciones muy generales señalaré las siguientes:
  1. - Evitar las frutas, excepto. pera, manzana, sandía o mandarina.
  2. - Evitar todo tipo de frutos secos.
  3. - Restringir las legumbres.
  4. - En el caso de las verduras, evitar patatas, tomates y pepinos. Si se va a comer una verdura cocida, ponerla en remojo y tirar el agua varias veces, al igual que para el caso de las legumbres.
  5. - Puede ser útil congelar los alimentos, ya que así pierden algo de su contenido en potasio.
Para una información mucho más detallada sobre los alimentos que se pueden tomar en diálisis por su contenido en potasio,  se puede consultar:

 

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