domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Me puedo quedar embarazada si padezco lupus?


El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad que suele afectar a mujeres jóvenes, generalmente de entre 20 y 40 años. Su origen es autoinmulógico, es decir, el sistema inmune (las defensas de nuestro cuerpo), se altera y empieza a atacar partes del propio organismo, reconociéndolos como invasores. De este modo, de manera muy frecuente, hay multitud de órganos afectados de forma simultanea en la enfermedad: la piel, articulaciones, riñón, corazón, pulmón, sangre....
Al ser más frecuente en mujeres en edad fértil, una pregunta muy frecuente que se hacen es: ¿me puedo quedar embarazada si padezco un lupus? A continuación vamos a tratar de responder a esta pregunta.

¿Cómo suele evolucionar el lupus?
 

Lo primero que debemos comentar es que esta enfermedad suele evolucionar en forma de brotes.¿Qué quiere decir esto? Pues que lo habitual es que comience con multitud de síntomas en distintos órganos, y que tras un tratamiento adecuado, se detenga totalmente la afectación, pudiendo permanecer muchísimo tiempo en esta situación. Es lo que se conoce como remisión. A partir de aquí, en algunos casos no vuelven a aparecer nunca más ningún síntoma, pero en otros casos empiezan a alternarse periodos de brotes con otros de remisión, lo que obliga a mantener el tratamiento durante mucho tiempo, y a realizar una vigilancia muy estrecha.

¿En qué fase se recomienda el embarazo? 

Hace años, no se recomendaba el embarazo en ninguna situación en mujeres que padecían lupus. Afortunadamente, ahora las cosas han cambiado y se considera que cualquier mujer que se encuentre en fase de remisión y con buen funcionamiento de los riñones puede quedarse embarazada. Por tanto, deberá ser planificado para que al menos hayan pasado 6 meses en remisión, como mínimo parcial.
Además hay que considerar que si la mujer se queda embarazada el riesgo de que se desencadene un brote de lupus, aumenta, por lo que habrá que llevar una vigilancia muy estrecha durante los 9 meses por parte de nefrólogos y ginecólogos, es decir, se considerará un embarazo de alto riesgo.



Medicamentos que pueden usarse en el embarazo


Para prevenir malformaciones sobre el feto hay una serie de medicamentos que se usan en el tratamiento del lupus cuyo uso esta prohibido en el embarazo. Estos son:

- Ciclofosfamida
- Micofenolato Mofetilo / Ácido Micofenólico
- Rituximab

Por el contrario, podrían utilizarse los siguientes fármacos (aun con algunos posibles efectos secundarios):

- Corticoides
- Azatioprina
- Hidroxicloroquina
- Ciclosporina
- Tacrolimus
- Inmunoglobulinas

Además, de forma preventiva, se recomienda que todas las mujeres embarazadas con lupus tomen aspirina a partir de la semana 12.


Complicaciones para la madre y el feto

Pero, a pesar de las precauciones anteriores, ¿existe algún riesgo para la madre y el feto si comparamos con mujeres de su misma edad y situación que no padezcan lupus? Lamentablemente, y aunque ha habido muchos avances en las últimas décadas, aún sigue habiendo un riesgo mayor en estas situaciones, tanto para la madre como para el feto (abortos, retraso de crecimiento intrauterino...), de ahí que el embarazo, deba seguirse de forma muy estrecha y vigilar cualquier signo que nos induzca a pensar que el transcurso del mismo pueda complicarse, como podría ser:

- subidas importantes en la tensión arterial
- pérdida de proteinas en orina
- hinchazón generalizado (edemas)
- datos de aparición de un brote de lupus (por análisis o por aparición e síntomas como enrojecimiento en cara, dolores articulares, alteración en el funcionamiento en los riñones...



A pesar de ello, no queremos ser alarmistas, sino realistas, y si bien es cierto que el lupus hace que el embarazo sea de más riesgo, con un adecuado control y seguimiento, muchas mujeres han tenido a sus hijos totalmente sanos y sin ninguna complicación durante el embarazo o el parto.

Recomendaciones finales

Como resumen de recomendaciones podríamos citar las siguientes:
- el embarazo en mujeres con lupus deberá ser programado y planificado, para efectuarse en un periodo largo sin síntomas, en remisión, y al menos 6 meses después del último brote. Además no deberá haber insuficiencia renal muy importante.
- en caso de quedarse embarazada, avisar cuanto antes a su médico para modificar la medicación, cambiando aquella que pudiese producir malformaciones al feto.
- a pesar de que los riesgos para la madre y el feto son algo mayores que en mujeres sin lupus, con un adecuado control y seguimiento de análisis y tensión arterial, se puede llevar a cabo sin ninguna complicación. 

domingo, 1 de mayo de 2016

Clara de huevo: un alimento muy bueno para las personas con insuficiencia renal en diálisis


En anteriores entradas de este blog, hemos hablado del problema que supone la acumulación de fósforo en el organismo de las personas que padecen una enfermedad renal crónica y precisan diálisis. El problema, es que muchas veces al restringir la alimentación para intentar solucionar este problema, lo que hacemos es también disminuir el aporte de proteínas, que son necesarias para el funcionamiento correcto del organismo. Por ello, si la dieta no se realiza adecuadamente, podemos provocar una desnutrición severa al intentar corregir un problema de acumulación de fósforo.


El índice fósforo/proteínas
Para evitar el problema anterior, será interesante intentar consumir aquellos alimentos que proporcionan la mayor cantidad de proteínas con el menor fósforo, es decir que tengan un índicefósforo/proteínas muy bajo . Por ejemplo, un queso de cabra fresco aporta más de 800 mg de fósforo (muchísimo) y 19 gr de proteínas por cada 100 gr de alimento. Su índice fósforo/proteínas es de más de 40, por lo que es una producto totalmente desaconsejado en diálisis por el altísimo aporte de fósforo.


Por el contrario 100 gr de mero, aportan también 19 gr de proteínas, pero tan sólo 210 mgr de fósforo con lo que la relación fósforo/proteínas es de poco más de 10, mucho más favorable, y por tanto es un alimento adecuado para las personas de diálisis.

Clara de huevo, un alimento con una relación muy favorable
Dentro de estos alimentos con perfil muy favorable en situaciones de insuficiencia renal avanzada, se encuentra la clara de huevo. A diferencia de la yema, su contenido en fósforo es muy bajo, tan sólo 15 mg por 100 gr de producto, y aporta algo más de 10 gr de proteínas, con lo que la relación fósforo/proteínas es muy baja, tan sólo 1,4.


Si analizamos la yema de huevo, aporta un poco más de proteínas (16 gr), pero el fósforo aumenta hasta 520 mgr, con lo que el índice fósforo/proteínas subiría a más de 31. Por ello, no se recomienda consumir yemas de huevo, si se presenta un problema de niveles elevado de fósforo.
Volviendo a la clara de huevo, el contenido de potasio que aporta es muy bajo, 140 mgr, con lo que no habría problema en su consumo en diálisis (el pan contiene más o menos esa cantidad, por ejemplo). Además el sodio es también bajo, sólo 160 mgr por cada 100 gr de producto( la décima parte que lleva la misma cantidad de jamón serrano), por lo que podrían tomarlo personas con hipertensión arterial.
Por ello, podemos decir que es muy beneficioso consumir claras de huevo para las personas que tengan problemas de fósforo elevado debido a la insuficiencia renal. Dado que el contenido de potasio y sodio es muy bajo, no habría problema en casos de hipertensión arterial o niveles altos de potasio en sangre.


Bizcocho del ángel: una fácil receta con claras de huevos

Ingredientes:
8 claras de huevo
135 gramos de azúcar glas
95 gr de harina
1 cucharada de zumo de limón

Preparación:
Precalentar el horno a 180 grados
Batir las claras  a punto de nieve
Cuando las varillas empiezan a dejar marcas añadimos el azúcar y el zumo de limón.
Añadimos tamizando el azúcar glas y la harina, mezclar con sumo cuidado con movimientos de abajo a arriba.
Untar un molde con mantequilla
Cubrir el fondo con papel vegetal
Añadir la mezcla del bizcocho.
Meter en horno unos 30-40 minutos, hasta que salga limpia la aguja al meterla
Dejarlo unos minutos enfriarse y desmoldar sobre una rejilla.
Se puede rellenar con nata.







jueves, 24 de marzo de 2016

¿Qué son los inmunosupresores y para qué se utilizan en el trasplante renal? (IV)

Dentro del repaso que estamos haciendo a la medicación inmunosupresora que se emplea en el trasplante renal, en esta última entrada hablaremos sobre cómo se combinan habitalmente estos medicamentos y daremos algunos consejos prácticos para tomarlos en distintas situaciones


¿Cuáles son las combinaciones más habituales de inmunosupresores?

En entradas anteriores hemos hablado de los principales medicamentos que se utilizan para el trasplante renal, sus posibles efectos secundarios y su mecanismo de acción. Ahora, mencionaremos de forma breve, cuales son las combinaciones más habituales que suelen emplearse de estos fármacos. De forma general son:
-        -  Tacrolimus y Micofenolato/Ácido micofenólico con o sin corticoides asociados, es la pauta más frecuentemente utilizada, y a día de hoy es la "reina del trasplante"
-         - Ciclosporina, Micofenolato y corticoides ( o sin ellos si se ha suspendido ya), esta pauta es la más habitual entre personas que se trasplantaron antes de mitad de la década de los 90 y cuyo riñón funciona de forma aceptable
-          -Everolimus o Sirolimus asociado a Tacrolimus y corticoides. Esta pauta se emplea cada vez y es útil en aquellas personas que no toleran el Micofenolato por diarreas o que necesitan tener Tacrolimus a dosis algo más bajas, por producirle algunos efectos secundarios a las dosis habituales
-        -  Everolimus o Sirolimus asociado a Micofenolato/Ácido Micofenólico y corticoides. Se utiliza sobre todo en personas que han tenido cáncer debido al efecto protector de Everolimus o Sirolimus. También es útil en aquellos casos de infección por virus, dado el efecto beneficioso que producen estos medicamentos.

Estas son las formas de combinación más habituales, pero hay que tener en cuenta que lo que a una persona puede irle bien, a otra quizá no le beneficie, por lo que hay que tener en cuenta los posibles efectos secundarios y las características de cada uno para establecer un tipo de inmunosupresión. Ademas, la pauta  puede variar a lo largo del tiempo, ya que lo que en un momento dado era beneficioso, en otro puede no serlo tanto, y de ese modo hay que modificar los medicamentos. que damos para evitar el rechazo.



Alimentos que pueden interferir y que hay que evitar con los inmunosupresores

En general, tras el trasplante la dieta se liberaliza mucho y las personas pueden comer de forma más libre que cuando se encontraban en diálisis, donde por los problemas de acumulación de fósforo, potasio, y líquido, muchas veces la dieta se restringe mucho. Sin embargo, hay que tener en cuenta, que algunos alimentos, pueden interferir con la medicación inmunosupresora, alterando las niveles en sangre de estos medicamentos, lo cual podría ser peligroso, ya que se podría producir rechazo ( en caso de niveles bajos) o toxicidad ( si se elevasen mucho). Entre los alimentos desaconsejados se encuentran.
-zumo de pomelo
-kiwi
-zumo de limón
-infusiones con hierbas, aunque en general es seguro tomar manzanilla, menta o romero

Medicamentos

Muchos medicamentos pueden interferir con los inmunosupresores, alterando us niveles en sangre, de tal manera que se podria producir toxicidad o riesgo de rechazo. Por ello, como regla general, siempre se debe consultar a nuestro médico antes de tomar cualquier fármaco, desaconsejándose totalmente, automedicarse.

¿Qué hacer si se vomita el medicamento?

En este caso, si el vómito ha sido justo inmediatamente tras la toma de la medicación, deberemos esperar media hora y volver a tomarnos la dosis que nos corresponde. Por el contrario, si había pasado más de media hora, deberemos tomar la mitad de la medicación. En caso de haber transcurrido más de una hora y media no tomeremos más medicación y en la siguiente dosis tomaremos la dosis que corresponda, no más. Si los vómitos se volvieran a repetir habría que acudir al centro hospitalario más cercano. 


Otros consejos sobre la medicación inmunosupresora

- Es fundamental ser ordenado, no olvidarse ninguna toma (puede ser útil una alarma). Y tener siempre medicación de más
- Apuntar siempre la medicación con la dosis actual, ya que son muy frecuente los cambios de dosis de fármacos inmunosupresión para alcanzar niveles adecuados en sangre
- En caso de equivocación en la toma de una dosis, en la siguiente toma no compensar nunca por exceso o por defecto,se debe ingerir siempre lo que ha prescrito el médico
-A la hora de realizar los análisis  periodicos, no tomar la medicación  hasta que se haya efectuado la extracción de sangre
- En toda consulta médica a la que se acuda, avisar siempre que se está trasplantado, para que lo tengan en cuenta ante cualquier medicación nueva que se quiera añadir al tratamiento.



Algunos enlaces de interés sobre el tema











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¿Cómo se combina habitalmente?

¿Qué hacer si se nos olvida tomar la medicacíon?
¿Qué hacer si se vomita?
Alimentos y medicación a evitar
Reglas de oro en la medicación inmunosupresora
Algunos enlaces de interés

miércoles, 2 de marzo de 2016

Como evitar una educación sobreprotectora a los niños con enfermedad crónica por Esther García Schmah


Hoy en este blog, contamos con una invitada de lujo, Esther García Schmah, autora del blog, Crónicas de una enferma crónica, del cual ya hemos hablado en una anterior entrada, y que recomiendo su visita. En esta ocasión, nos va a hablar desde su perspectiva como pedagoga y psicóloga, sobre un tema, que a mi me parece muy interesante: Cómo educar a un hijo con una patología crónica ( ya sea renal o de otra índole), para formar una persona autónoma sin caer en la sobreprotección. Aprovecho para agradecer públicamente a Esther su colaboración en este blog, y os dejo con su aportación sobre este tema tan interesante:   


Educación sobreprotectora”, probablemente todos los que somos padres o madres tenemos en la cabeza una idea de lo que significa, pero realmente no es tan sencillo discernir si estamos sobreprotegiendo a nuestros hijos a la hora de educarles. ¿Dónde están los límites entre una protección razonable y un exceso que pueda repercutir negativamente en el sano desarrollo? Porque sí, el exceso de protección, como cualquier exceso, también es malo.

La sobreprotección puede entenderse como la activación por parte de los padres de mecanismos que intentan eliminar o reducir al mínimo cualquier sensación o sentimiento de malestar en los hijos, tanto físico (un daño, un dolor,…) como mental (tristeza, malhumor,…) y se debe, por lo general, a una sobreestimación del “problema” o de las repercusiones que este puede generar. Por eso una buena forma de intentar evitar la sobreprotección es preguntarse siempre por las consecuencias (desde una visión objetiva lógicamente) que tendría que nuestro hijo hiciese aquello que nos preocupa. Porque no es lo mismo rasparse un brazo, que partirse una pierna o que romperse el cuello, evidentemente son tres consecuencias muy distintas que requieren de una diferente escala de respuestas. Si ante una perspectiva elevada del último supuesto tendremos que impedir la acción, no es lógica la misma respuesta ante la simple posibilidad de que se magulle una pierna.

La dificultad para poner una frontera clara se vuelve aún más evidente cuando se trata de niños que padecen alguna enfermedad o sufren una discapacidad. Por una parte el miedo a que su salud empeore, por otro el deseo normal de todo padre y madre de ahorrar a su hijo más sufrimiento (“pobrecito, ya tiene bastante con lo que le ha tocado vivir” es lo que se suele pensar) Pero me atrevería a decir que es en estos casos cuando más importante es que los padres hagan un ejercicio de reflexión y si es necesario de autocrítica, ya que son precisamente los niños con este tipo de dificultades los que más fácilmente pueden verse perjudicados por los peligros de la sobreprotección. Por ejemplo, no tiene sentido limitar sus actividades más allá de lo que el propio médico especialista recomiende. Muchas veces la respuesta no está en un “sí puede” o “no puede”, sino en adaptar las circunstancias para que el niño pueda realizar el mayor número de actividades posibles comunes al resto de sus compañeros de edad.

Cuando se pregunta a los padres qué desean para sus hijos cuando estos sean mayores, hay dos respuestas que suelen emerger por encima de cualquier otra, son: que sea feliz y que sea autónomo. Felicidad y autonomía ¡qué importantes! Son conceptos que a menudo se anteponen al deseo de “salud”. Porque todos sabemos que padecer una enfermedad crónica no tiene mayor relevancia si se alcanza la felicidad, pero quién quiere estar sano y ser infeliz.
El peligro de un ambiente que tiende a sobreproteger al menor es que no le permite desarrollar las herramientas que le abrirán el camino hacia esa deseada autonomía y felicidad. Esas herramientas indispensables son: la autoestima, el deseo de superación, la capacidad de esfuerzo,

Veamos un poco más en detalle cómo puede perjudicar una educación sobreprotectora:

-  Un niño sobreprotegido se vuelve dependiente (justo lo contrario de lo que deseamos) Si haces todo por ellos, ¿cómo aprenderán a hacer las cosas solos?.
-  Un niño que en su casa es criado entre algodones generalmente desarrolla problemas de timidez e inseguridad y le cuesta enfrentarse a las relaciones sociales fuera del hogar, en gran parte por falta de confianza en sí mismo.
- Cuando haces por tu hijo lo que podría hacer él mismo, aunque sea con la mejor voluntad del mundo, el mensaje que le llega a él es “que no le crees capaz” Este es un mensaje muy peligroso ya que los niños basan la imagen que tienen de sí mismos en el reflejo que les lanzan los demás, y muy especialmente sus padres. Si piensa que tú no le ves capaz, él no se verá capaz y desarrollará una baja autoestima; que a su vez disminuirá su deseo de asumir nuevos retos y hará que tú sigas asumiendo las responsabilidades por él (como una pescadilla que se muerde la cola)
-  La sobreprotección puede también favorecer el egoísmo. Todos los pequeños en sus primeros años viven la vida desde una perspectiva “egocéntrica”, esto significa que piensan que todo gira en torno a ellos, les cuesta entender que los demás tienen otros sentimientos, otras necesidades u otros modos de pensar. Esto va cambiando a medida que en casa se les va exige flexibilidad mental en forma de concesiones, obligaciones, etc. que implican el beneficio de todos. Cuándo en casa se hace todo pensando en no disgustarle (que no esté triste, que no se enfade,…) el niño nunca consigue trascender de esa visión egocéntrica del mundo y su tolerancia a la frustración se vuelve muy baja. Esto a lo largo de los años puede terminar convirtiendo al niño en un “pequeño tirano” que creerá tener derecho a exigir de sus padres todo lo que se le antoje.
-  Otro peligro es que el niño aprenda a percibir el mundo mucho más peligroso y sombrío de lo que es y se vuelva muy miedoso. Esto ocurre especialmente en los estilos sobreprotectores en los que los padres están continuamente prohibiendo o desaconsejando actividades con argumentos del tipo: “te vas a hacer daño”, “es peligroso”, “te vas a caer”,… Es fácil imaginar que esto lleva difícilmente a una independencia madura, lo más probable es que al alcanzar la adolescencia, la persona sea excesivamente retraída, con miedo a desarrollar cualquier actividad. También puede suceder, por el contrario,que el adolescente se percate del exceso de celo que ha vivido en casa y se vuelva rebelde e impulsivo, ignorando cualquier consejo por parte de sus padres.

Es evidente que el estilo de crianza sobreprotector no beneficia en nada a los hijos, ni a las expectativas de futuro que los padres tenemos para ellos. Educar personas realmente felices y autónomas significa dejar que vayan alcanzando la madurez de forma progresiva. La clave está:

-  En ofrecerles apoyo para enfrentar nuevos retos y no en hacer las cosas por ellos quitándoles capacidad de acción.
-  En tenderles la mano para que se levanten cuando caen y no en limpiarles todas las piedras del camino para que nunca tropiecen.
-  En darles obligaciones para que sientan que maduran y que son valiosos y no en quitarles responsabilidad.
- En creer que serán capaces de hacer lo que se propongan, para que ellos mismos crean en sus propias capacidades.


En el primer artículo que hice para mi propio blog hablé de que gracias a mis padres crecí sintiéndome como cualquier otro niño; todos los aspectos referidos a mi enfermedad eran algo secundario en mi vida. En aquel post escribí “si hay unos límites mucho peores que los de padecer una enfermedad grave, son los límites de vivir sintiéndose un enfermo”. Creo que esto refleja muy bien lo importante que es evitar el estilo educativo sobreprotector, especialmente en los niños enfermos.
Para terminar me gustaría darle las gracias al Dr. Álvaro Molina por ofrecerme la oportunidad de realizar una colaboración con este magnífico blog y proponerme un tema tan interesante.


Esther García Schmah

sábado, 27 de febrero de 2016

¿Qué son los inmunosupresores y para qué se utilizan en el trasplante renal? (III)


En la anterior entrada de este blog hemos hablado sobre algunos de los inmunosupresores más utilizados en el trasplante renal, como son: Corticoides, Ciclosporina y, sobre todo, Tacrolimus. Hoy, comentaremos algo de otro inmunosupresor muy utilizado, como es Micofenolato de Mofetil/Ácido Micofenólico, otros dos medicamentos de la misma familia, cuyo uso va aumentando en los últimos años, como son Sirolimus y Everolimus y por último, un fármaco, que se empleó mucho al comienzo de los trasplantes, pero cuyo uso es actualmente testimonial: Azatioprina.


Micofenolato de mofetil/Ácido  micofenólico

Este medicamento se desarrolló a mitad de la década de los 90 y, combinado con Tacrolimus, que también surge más o menos por esos años, revolucionó el pronóstico del trasplante, disminuyendo de forma importante la aparición de rechazo. Sin embargo, como todos estos fármacos, no está exento de efectos secundarios y, uno de los más frecuentes era la aparición de diarrea. Tanto es así, que a los pocos años se desarrolló otra forma parecida, llamada Ácido micofenólico, con la misma potencia, pero que producía mucha menos diarrea, y que actualmente es la más utilizada. En España su nombre comercial es Myfortic.
Este medicamento, también puede producir otros efectos secundarios, aunque algo más raros:
-       -   descenso en los niveles de glóbulos rojos, blancos, plaquetas
-          -además de diarrea, a veces puede aparecer molestias de estómago, nauseas,

Muchas veces, los efectos secundarios mejoran al bajar la dosis,  y no es necesario llegar a suspender del todo el medicamento.

Sirolimus y Everolimus

Son dos inmunosupresores muy parecidos entre si, con la misma potencia y efectos secundarios. La diferencia entre ellos es que Sirolimus se toma una vez al dia y Everolimus dos. Ambos no se suelen utilizar como primera opción, y se suele reservar para cuando hay algún problema con alguno de los otros medicamentos o es aconsejable su uso por alguna otra circunstancia:
- si hay intolerancia digestiva por diarreas importantes con Micofenolato y es preciso suspender este medicamento
- si hay daño en el riñón por el empleo de Tacrolimus o Ciclosporina y hay que suspenderlos y cambiar por Sirolimus o Everolimus
- si hay una infección por virus que pueda ser seria, como por ejemplo: herpes, citomegalovirus, varicela-zoster.. ya que estos medicamentos tienen efectos que impiden que los virus proliferen
- en caso que haya un tumor maligno, ya que estos fármacos además de tener efecto anti rechazo, favorecen el que las células malignas no crezcan.
Y, nos `podíamos preguntar, si tienen estos efectos positivos, ¿por qué no se emplean de manera generalizada?. La respuesta es que su poder anti-rechazo es un poquito menor que con los fármacos más utilizados ( Tacrolimus, Micofenolato), y, por tanto, se reservan para situaciones especiales. Son, como el jugador de un equipo de fútbol que está en el banquillo y sólo sale al campo cuando el partido se pone feo, para intentar arreglarlo.
Además, como todos los inmunosupresores, este grupo de fármacos también tienen efectos secundarios:
- aumento de colesterol (muy frecuente)
- si hay pérdida de proteinas por el riñón, ésta podría empeorar
- a veces, puede producir anemia, descenso de glóbulos blancos, plaquetas
- en ocasiones, hinchazón de piernas, y muy raramente inflamación pulmonar o reacciones alérgicas.


Azatioprina

Por último, diremos unas palabras del medicamento Azatioprina, inmunosupresor que se empleaba al principio de comenzar los trasplantes de riñón, pero cuyo uso decayó al surgir la Ciclosporina, que era mucho más potente. Actualmente, ya no se emplea, y tan sólo en alguna persona cuyo trasplante sea anterior a la década de los 80 o muy al principio de ésta, y cuyo funcionamiento sea óptimo, se puede ver su utilización. También, al igual que todos estos medicamentos, presenta bastantes efectos secundarios, siendo el más frecuente la anemia y el descenso en los valores de glóbulos blancos y plaquetas.
    




domingo, 14 de febrero de 2016

¿Qué son los inmunosupresores y para qué se utilizan en el trasplante renal? (II)


Dentro de la pequeña revisión que estamos haciendo en estas entradas a los inmunosupresores que se utilizan para evitar el rechazo en el trasplante renal, en esta ocasión vamos a hablar de algunos de los más usados: CiclosporinaTacrolimus y corticoides. Para una siguiente entrada dejaremos otro grupo de medicamentos más novedosos como son Rapamicina (o Sirolimus) y Everolimus, y  daremos unas pinceladas sobre otro fármaco que se emplea muy poco actualmente en el campo del trasplante renal, como es Azatioprina.


Los corticoides

Fueron  los primeros inmunosupresores que se empezaron a utilizar y actualmente hoy siguen empleándose. En las primeras fases del trasplante se usan dosis muy elevadas y, posteriormente van disminuyéndose para llegar a una dosis de mantenimiento de 5 o de 2,5 mgr al dia tras unos meses. Actualmente, como presentan bastantes efectos secundarios se están suspendiendo en personas que lleven mucho tiempo trasplantadas y su riñón funcione aceptablemente bien.
La otra cara de la moneda, son los efectos secundarios importantes que presentan, aunque hay que tener en cuenta que éstos son más frecuentes cuando se emplean dosis altas de corticoides y durante mucho tiempo. Entre los más frecuentes se encuentran:
-          -elevación de cifras de azúcar y aparición de diabetes
-          -importantes problemas de osteoporosis que conducen a huesos muy frágiles
-         - elevación en la tensión arterial
-          -aparición de acné
-         - aparición de cataratas y/o glaucoma
-         - problemas de estómago (úlceras)
-         - elevación de valores de colesterol
-         - ganancia de peso


Por todo ello, y cómo hemos señalado antes, la tendencia actual es que pasado un tiempo razonable, si todo va bien, se puedan suspender definitivamente este tratamiento.

Ciclosporina

Este medicamento fue muy útil en la década de los 80, dado que al asociarse con los corticoides mejoró muchísimo el pronóstico de las personas que se trasplantaban, ya que el número de rechazos disminuyó de manera muy importante. Sin embargo desde mediados de la década de los 90 su utilización disminuyó al aparecer otros inmunosupresores más potentes. Actualmente se emplea en los pacientes que llevan mucho tiempo trasplantados y al funcionar su riñón bien, no es necesario cambiar a otro fármaco, o en los que presentan problemas con algún otro medicamento y es necesario recurrir a la Ciclosporina.
Al igual que los corticoides, también presenta efectos  secundarios, siendo el más importante de todos el de dañar al riñón cuando los niveles en sangre del medicamento son muy elevados, de ahí que sea necesario siempre medir esos valores, para no pasarnos de dosis. En los primeros momentos del trasplante, los niveles serán más elevados y, posteriormente se irán disminuyendo hasta alcanzar un rango de mantenimiento.
Además puede producir subida en la tensión arterial, crecimiento importante de las encías y aumento del vello, aunque estos dos últimos efectos secundarios suelen ser más raros.
Tacrolimus

Actualmente este inmunosupresor es considerado el rey, ya que es el más potente de todos y el que se pone de inicio en la mayoría de los casos (salvo que haya algún problema de intolerancia), siempre combinado con otros medicamentos. Su aparición en la década de los 90 supuso un gran avance en el pronóstico y duración de los trasplantes renales.
Pero, como todos los medicamentos inmunosupresores también tiene sus efectos secundarios, en los que el más importante es la de dañar el funcionamiento del riñón, cuando sus niveles en sangre son muy elevados, al igual que sucede con  la Ciclosporina, por lo que al igual que aquella debemos medir sus niveles en sangre, que irán también variando a lo largo del tiempo (más elevados al principio, más bajos en la fase de mantenimiento).
Otro efecto secundario relativamente frecuente es la aparición de temblor, que muchas veces es debido a la presencia de niveles elevados del fármaco en sangre, por lo que ante la aparición de manera más o menos brusca de un importante temblor en las manos habrá que pensar que quizá los niveles de Tacrolimus estén elevados y haya que disminuir la dosis (se debería acudir a la consulta del nefrólogo para que valorase la necesidad de realizar unos análisis de manera más o menos rápida).

Este medicamento también puede producir elevación de los niveles de azúcar (al igual que los corticoides) y en casos muchos más raros, alteraciones neurológicas de distinto tipo, que suelen resolverse al suspender y cambiar este fármaco por otro.  

sábado, 30 de enero de 2016

¿Qué son los inmunosupresores y para qué se utilizan en el trasplante renal? (I)


En ésta y en siguientes entradas vamos a hacer un repaso a la medicación que se utiliza en el trasplante renal para evitar un posible rechazo: los inmunosupresores. Hablaremos de para qué sirven, cómo deben tomarse, qué posibles efectos secundarios tienen y cómo se combinan habitualmente estos medicamentos.

El sistema inmune y los inmunosupresores

Uno de los problemas más importantes tras haber recibido un trasplante renal es el de la aparición de un posible rechazo. Esto sucede porque nuestro cuerpo tiene un sistema de vigilancia encargado de reconocer y eliminar todo aquello que le es extraño,  esto es, el sistema inmune. Funciona como un ejército que defiende las fronteras frente a invasores extraños (como pueden ser bacterias, virus, hongos…) los cuales, de no existir el sistema inmune acabarían en poco tiempo con el funcionamiento del cuerpo, produciendo la muerte.
Pero el problema, es que el riñón trasplantado también es extraño al organismo, al ser originario  de otra persona, y por tanto, el cuerpo activa de inmediato sus defensas para destruirlo. Sin ninguna medicación que lo frene,  se produciría un rechazo masivo que conduciría a la pérdida de ese nuevo riñón. Es por ello, que la persona trasplantada debe tomar de por vida unos medicamentos llamados inmunosupresores, que sirven para inactivar al sistema inmune y así evitar un posible rechazo. Es como si para evitar que ese ejército dispare a nuestro espía que va a atravesar la frontera disfrazado de enemigo lo que hacemos es reducir la guardia de fronteras. No podemos quitar a todos porque si no, estaríamos expuestos a cualquier invasión, como sucede en nuestro cuerpo donde si nos pasamos disminuyendo la actividad del sistema inmune, habrá un riesgo altísimo de que entren virus y bacterias provocando una infección muy seria. Por ello, lo fundamental será mantener un equilibrio entre la inmunosupresión que impida un rechazo, pero sin aumentar de manera importante el riesgo de infecciones.

La inmunosupresión va variando a lo largo del tiempo, pero nunca desaparece

Lógicamente, al principio, en los primeros días tras la operación de trasplante renal,  el riesgo de rechazo es altísimo, ya que, como hemos señalado anteriormente,  estamos introduciendo en nuestro cuerpo un órgano totalmente extraño a nosotros. Es por esto, que en este momento la dosis de inmunosupresión es máxima, y conforme va pasando el tiempo se va disminuyendo progresivamente, ya que el organismo va acostumbrándose de manera parcial al nuevo órgano, aunque como el riesgo de rechazo siempre permanece latente, habrá que tomar medicación inmunosupresora de por vida .


Algunos tipos de medicación inmunosupresora

Aunque en futuras entradas hablaremos un poco más en detalle de los tipos de inmunosupresores y sus posibles efectos secundarios, citaremos ahora los más usados y el nombre por el que están comercializados en España.
-    -Prednisona (Dacortin) (sobre este medicamento recomiendo leer un muy buen artículo del blog Crónicas de una enferma crónica)
-         - Ciclosporina ( Sandimmun )
-         - Tacrolimus ( Advagraf, Prograf)
-          -Micofenolato de mofetil/Ácido micofenólico ( Myfortic, Cellcept)
-         - Azatiporina ( Imurel)
-        -  Everolimus ( Certican)
-        -  Sirolimus ( Rapamune)
Para saber más sobre el tema de los inmunosupresores, recomiendo visitar algunas entradas de blogs amigos como el de Esther Garcia Schmah: Crónicas de una enferma crónica y el de Ana Hidalgo: Vivir con insuficiencia renal.


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